
No obstante lo que antes era al mismo tiempo, diversión y medio para cubrir necesidades básicas se vulgarizó en simple hobbie y el trabajo terminó por convertirse en un “sacrificio” para ganarse la vida, y lo peor de todo es que la mayoría de las veces no existe consciencia de esta catastrófica alienación porque es vivida como normal. La moral de los alegres robots sigue tan vigente y campante cómo décadas atrás, aun podemos observar gerentes intentando encontrar una justificación a la moderna esclavitud sin poder despegar la mano de sus smart phones, pocas son las personas que llegan a ser conscientes de este fenómeno porque resulta más cómodo buscar símbolos que justifiquen la disociación entre trabajo y vida.
La gran ruptura del milenio pasado fue la disociación entre el tiempo libre y el trabajo, lo que en la Edad Media era una sola cosa se ha separado, entonces el ser humano comenzó a trabajar para luego gastar su salario en entretenimientos, una tragedia aun vigente para muchas personas: separar el placer del trabajo, sufrir los lunes y anhelar los viernes, convertiendose en zombies 48 semanales hasta el próximo happy hour o after office, las empresas publicitarias no tardaron en ver la veta a este conducta esquizoide gracias a la cual surgió la industria del entretenimiento que se convirtió rápidamente en el nuevo opio del pueblo.Sin embargo, este milenio trajo consigo nuevas oportunidades ¿Será que se puede rescatar el sentido del trabajo, el ideal del artesano, en donde el trabajo no está separado de la vida, tiene sentido e incluso un sentido sagrado? Mi respuesta optimista es sí. Los tiempos han cambiando, hoy se puede observar a más de un esclavo moderno luchando por su libertad y buscando nuevas opciones laborales que puedan integrar el placer y trabajo, los millenials ingresaron a las empresas con nuevos desafíos para los gerentes de gestión del talento, buscando no solamente buenas remuneraciones sino beneficios y prestaciones que aporten valor a la calidad de vida, el tiempo libre y el trabajo con sentido obligando a las organizaciones a replantear desfasados modelos de gestión.