Asamblea en el Olimpo
Las divinidades respondieron a la llamada de Zeus. Llegaron poco a poco y se fueron sentando en el ágora principal, que era circular, rodeado de una blanca y marmórea columnata y cuajado de asientos para eventos especiales. Y aquel lo era. Zeus había decidido reunir a todas las divinidades posibles para buscar soluciones para un problema que se había planteado desde fechas recientes en la Tierra, poblada por humanos. Cuando todos se hubieron acomodado, Zeus comenzó a hablar.
-Humanos… -dijo Odín visiblemente enfadado. -Nunca se les dijo que para alcanzar la vida eterna tenían que matar por ti, ¿no es así? –preguntó Lug.-En ningún momento. Pero desde hace muchos siglos matan en mi nombre, pensando que eso les dará ventaja cuando mueran, pero no es así. Yo prohibí matar, y eso incluye toda forma o motivo para hacerlo. La vida es el don más preciado que tienen e insisten en robársela a todos los que pueden. Si no hay un infierno, tendré que crear uno para toda esa gente que lleva sufrimiento a los demás de forma gratuita y regodeándose en su dolor. Todos esos probarán mi “misericordia”. Tengo una para cada persona. ¿Extermino o espero a ver cómo reaccionan?-A mí se me planteó algo parecido en uno de los planetas por los que velo –intervino Vindonius-, y al final opté por dejarlos a su suerte. No me hacían caso, y si alguien a quien adviertes decide ignorarte, deja que consiga lo que quiere. Si los humanos quieren destrucción, están en camino para lograrla.
-Y no solo eso pasa en ese planeta –continuó Zeus-. Cuando creé la Tierra la doté de recursos suficientes para alimentar a cada criatura viviente, pero ellos se han encargado de acapararlo todo, cuatro poseen la riqueza y la mayoría trabaja, la que puede, para obtener unas migajas que le permiten seguir viviendo. Los que mandan los adoctrinan para hacerles creer que viven bien mientras les despojan de sus recursos, a la vez que muchos mueren de hambre o de depresión, de falta de esperanza. Parece que me he equivocado con esta gente. No puedo hacer nada bueno de ellos. No estoy pidiendo que me adoren cada media hora, no, ni pido que se elimine al que no piense como la mayoría, pues los que piensan distinto son los que hacen avanzar al mundo, esos son los que deben sobrevivir y trazar las bases de una vida mejor. Pero la raza humana da un paso adelante y tres para atrás. Así no hay futuro posible. Qué hacer… -dijo Zeus mientras apoyaba su cabeza sobre una de sus manos, mirando a la lejanía sin ver clara la solución.