Se habían conocido el otoño pasado en el café de los Austrias, en pleno centro de Madrid. Una primera cita que no fue ni mucho menos romántica y en la que hablaron y rieron mucho, y esto último es algo que sucede en pocas ocasiones cuando se acude a una cita de cortesía. Y, aunque nunca se ríe demasiado, a ella le pareció que hacerlo en exceso la primera vez que se tiene enfrente a un desconocido, no debía presagiar nada bueno. O nada malo...
Finalmente, aquel primer encuentro amistoso acabó deparando algo estupendo porque ahí estaban, dos meses después, dando botes en la cama de él tras haber follado.
Sonia se sentía feliz porque reírse después de haberlo hecho no parecía algo malo. Todo lo contrario, ya que lo extraordinario del momento era saltar en una cama extraña mientras él tarareaba una pegadiza canción en inglés, que bien podría hacer sido la inspiración del Aserejé de las Ketchup.
-¿¡En serio!?
-Que sí, gili. Que se inspiraron en este temazo... ¡Escucha!
Y así, con el móvil en la mano, Rubén buscó aquel antiguo tema y volvió a tararearlo.
-Aserejé, tú , tú , tú , ti, tú , ti, tú, tú...
-¡Estás como un cencerro!
-¡Dale caña, siesa! ¡Ritmo!
Y entonces fue cuando ella se puso de pie en la cama y comenzó a saltar de un modo frenético, como si se hubiera dado un chute de algo fuerte que le hubiese transportado a los mundos de Yupi. Salta que te salta, mientras Rubén la observaba y seguía tarareando, bastante mal, por cierto.
-¡Para ya, loca, que me vas a joder la cama!
-¡Tú me provocaste!
-Anda, ven, que ver tus tetas en ese sube y baja, me ha dado hambre.
-¡Déjame! ¿No ves que me lo estoy pasando bien?
-Pues mejor te lo vas a pasar ahora... Túmbate, que la señora Pepa nos va a tocar a la pared como no dejes de saltar.
-¡Señora Pepa, que me acabo de follar a su vecinoooo!- La susodicha era la vecina de enfrente, una señora muy rara y que tenía su dormitorio pegado al de Rubén.
-Baja ya, alma de cántaro. Tengo hambre, en serio...
-¿De tetas?
-De culo, más bien. Boca abajo...
(Continuará).