Hay algo escandaloso en la forma en que Wall Street estafa a los contribuyentes. Los préstamos de dinero de la Reserva Federal a Goldman Sachs tienen el 0,25% de interés anual. Es decir que Goldman Sachs toma prestado el dinero casi libre de interés de la Reserva Federal.
Pero en lugar de prestar ese dinero a las pequeñas empresas, Goldman Sachs lo apuesta en el mercado de valores. Es decir, sigue operando igual que antes de la crisis; cuando hizo esa apuesta perdedora que obligó el rescate del gobierno.
Los hechos demuestran que todo sigue igual que antes: si Goldman Sachs hace una apuesta ganadora, mantiene el 100% de las ganancias. Así lo hizo durante el año pasado, obteniendo las ganancias que comenzarán a repartirse la próxima semana entre los ejecutivos: 23.000 millones de dólares. A los contribuyentes no les toca nada. Pese a que sin ellos, Goldman Sachs no existiría.
La forma en que Goldman Sachs gana dinero es apostando miles de millones de dólares al día. Todo para Goldman es la apuesta rápida del día. No invierte en el largo plazo. Así es como Goldman Sachs gana, mientras los contribuyentes pierden. Esto es lo que quiere cambiar Paul Volcker.
Volcker está pidiendo una versión moderna de la Ley Glass-Steagall para separar los bancos comerciales de la banca de inversión. Esta separación prohibiría a los bancos comerciales participar en operaciones por cuenta propia con fondos de su división comercial. De acuerdo a la Ley Glass-Steagall de 1933, Goldman Sachs no podría utilizar el dinero de los depositante para comprar acciones, sacando el dinero de su cuenta de ahorros sin el conocimiento del propio depositante.
Este es un aspecto central de la reforma financiera que debe realizarse para detener el abuso y el descalabro global que está en el fondo de la actual crisis financiera que afecta a todo el mundo.
Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización