Revista Literatura

Así me lo contó

Publicado el 09 marzo 2011 por Miguelmerino

Así fue como me lo contó y así os lo voy a explicar yo.

Me lo contó a regañadientes, que es una forma de hacer las cosas pareciendo que no quieren hacerse, pero haciéndolas con gusto subliminal. Y también me lo contó lloriqueando y suspirando. Una frase se iba en lágrimas y la siguiente en suspiros. Luego, al tercer chinchón, se le empezó a trabar la lengua. De manera que, entre lágrimas, suspiros y trabazones, me enteraba de poco, más bien de nada, por lo que, una y otra vez, le pedía que me repitiera algo que no había entendido. Y por mor de los vapores etílicos, perdía el hilo de la narración. Lo perdía yo, él había tomado una decisión, la de contarlo, y no perdía el hilo ni queriendo, que no quería, aunque quisiera aparentar que sí. Cuando llegaba a un momento crucial de la narración, apoyaba su mano derecha sobre mi antebrazo, como avisando de que algo importante iba a contar en ese momento, bajaba un poco más la voz y lo soltaba de un tirón, luego, hacia una pequeña pausa, apuraba el chinchón y continuaba.

Una vez que terminó su historia, se le relajaron los músculos de la cara, se acabaron los llantos y suspiros y empezó a hablar de otros temas como si tal cosa. Hasta la trabadera de la lengua desapareció. Pidió un último chinchón, me dio un recio apretón de manos y se alejó, mucho más erguido de lo que llegó, más ligero.

Así, así fue como me lo contó.


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