¿Cómo creé mi novela? Necesitaría otra novela para explicarlo, bastará por ahora ceñirme a la generación de la idea de La Montaña de Dios.
Semillas de inspiración
Pues bien, ésta es una de esas obras que se cultivan primero en el corazón y luego, a su debido tiempo, van brotando en el intelecto y éste lo único que tiene que hacer es cosecharlos. En mi alma sembraron muchas personas, quizás haya sido yo quien menos, y, si me perdonáis que siga con la metáfora, habían diferentes semillas de inspiración:
Oración
La Montaña de Dios es un libro centralmente religioso; por mucho que la forma sea una aventura de fantasía. He vivido muchos días de oración en un seminario y en otras vivencias y todo ese acopio de experiencia se nota. Me gusta aquí la palabra experiencia porque me refiero a la relación profunda con Dios que difiere de cualquier otro tipo de experiencia vivida.
Sé que no es lo mismo hablar de fútbol que jugar un partido; mucho menos puedo con una novela compartir como quisiera el amor que Dios enciende en el alma; pero sí quería evocar en todos, también en los más jóvenes, qué es eso tan raro y pasado de moda de la religión.
Nota: este artículo también está disponible en pdf Asi nació mi novela
Fantasía y Aventuras
Mi infancia está construida sobre libros baratos de Elige tu propia aventura, Fantasía-Ficción, Lobo Solitario pero también en clásicos de la literatura juvenil como Emilio Salgari y Julio Verne. Mi primera partida de rol la jugué en el verano de 1988; ni cuento la de veces que habré hecho de game-master; incluso tengo mi propio juego: Newsies & Bootblacks.
Hasta el día de hoy sigo leyendo ciencia ficción y fantasía, sin despreciar para nada la literatura juvenil. En mi opinión, por si os sirve, existen dos clases de libros: los buenos y los malos, y nada tiene que ver el género o el aplauso de unos críticos más o menos mercenarios.
El encuentro con “El otro que ser”
Estoy usando un término filosófico, bebiendo de Levinás; y en esta ocasión me refiero al encuentro con personas que sufren, sólo que en el entendido de que el camino a Dios, a la trascendencia, a la bondad si queréis, empieza cuando dejamos que la otra persona se nos revele tal cual es, cuando nos hacemos aprendices de otro, especialmente si ese otro que ser es más débil, más pequeño y lo está pasando peor.
En mi caso eso incluye un par de experiencias con niños que vivían solos en la calle; y una salpicadura de trabajos de pastoral en la cárcel, en colegios internos y no tanto, algunas cositas como voluntario y cosas así.
Resulta fácil de asentir, pero difícil de creer hasta que no se ha experimentado. De hecho, como dijo un cura experto en estas lides, los pobres apestan. Un drogadicto puede darte un navajazo, un niño que esté en un centro puede no ser muy fácil de tratar (puede, he dicho puede, también puede ser todo lo contrario)1
España
O, más bien, mis ganas de explorar lo que sería una fantasía medieval con un regusto español. La inmensa mayoría del género se crea en mundos que tiran a la edad media inglesa y francesa; bebiendo muchísimo del ciclo artúrico2 y de la obra de Tolkien, quien a su vez se inspira en mitos germánicos3 y celtas. Tenía ganas de crear algo, por así decirlo, “más cercano a casa”.
Leyendas reales
Quería también alejarme de la “alta fantasía”, en la que puedes comprar libros de magia en la tienda de la esquina y un dragón anida en cada montaña. En vez de eso, quería explorar un mundo que fuera difícil de distinguir del real, pero en el que sí, en algún lado, desconocido para la mayoría, exista un horda de criaturas del infierno…
criaturitas
Bueno, lo cierto es que una vez que la fantasía sale, ya no hay manera de volverla a guardar, pero incluso así el mundo se convierte en un mundo real en el que, a la vista de todos caminan demonios quienes, por otra parte tampoco tienen poderes excesivamente extraordinarios
bueno y luego hay ángeles… en fin.
Entra la mente
Hasta aquí algunas de las más importantes semillas de inspiración que había acumulado durante los años. Evidentemente tú tendrás las tuyas, no importa lo joven o vieja que seas y deberías ceñirte a ellas. Ahora bien, sólo con el inconsciente y la imaginación no se escribe una novela. Hay que empezar a pensar.
Del inconsciente a lo consciente
En mi caso no pensé en el mensaje que quería transmitir. La Montaña de Dios no es una novela “con mensaje” sino con una experiencia que vivir, si quiera a través de la imaginación. La lectura tiene ese poder mágico de hacernos ver a través de los ojos de los héroes. Por tanto lo que hice, por ejemplo, en cuanto a la religión fue mojar mi pluma en el tintero de mi propia vida y hacérselo vivir, idealizado, al personaje principal. En cuanto a los combates tuve que conformarme con mis fantasías y juegos; afortunadamente . Pero siempre esa ha sido la técnica principal: ir a la vida (ya se la propia o la de los libros) y convertirlo en algo que le pasa a los personajes principales.
Me da un poco de reparo decir esto, porque la correspondencia no es en absoluto exacta, más bien que tomé de mi vida e hice lo que me dio la gana, pero…
Digamos que, en cierto modo, mi seminario se convirtió en una fortaleza de Paladines; el Teide en la Montaña de Dios, todas las ciudades que he vivido y soñado en Yteria y los demonios contra los que he combatido (bueno, me creéis, ¿verdad?) en demonios, y la España medieval se tornó en Alcazaria.
Partes
Lo siguiente fue dividir la novela en “partes” o actos, si lo preferís: grandes unidades que desarrollaría en varios capítulos: en la primera parte introduciría a los personajes, en la segunda haría hincapié en el conflicto principal y en la última lo resolvería.
Vale, no es que sea una gran novedad en la estructura literaria, pero me vale.
Capítulos y escenas
Después esbocé el primer capítulo; quizás no haya sido la mejor estrategia, pero tenía muchas ganas de ponerme a escribir. No sé si sabéis lo que se siente.
Pero justo después dividí el libro en capítulos y escenas. Supongo que sabes lo que es un capítulo, así que no entraré mucho en ello, salvo decir que no han de ser ni largos ni corto, sino durar lo que duren.
En cuanto a las escenas, son unidades de dramáticas en las que unos personajes hacen algo en un determinado lugar. Si cambian los personajes, la acción o el lugar, cambia la escena. Hasta aquí no he revelado nada que no sepas, espero; lo único es que organizar la novela en escenas permite definir mucho mejor lo que vas a escribir.
Por ejemplo el primer capítulo, “Libertad”, lo dividí en 5 escenas:
- Libertad
- Mota de Don Teno
- Llega el Sacerdote
- Estacio, comerciante
- Corazón Rencoroso
En la primera escena el personaje principal, Elei, se escapa de los esclavista y tiene un primer encuentro con un demonio, ¿o es un sueño? (no so lo voy a decir ahora ). En la segunda encuentra refugio y trabajo en un castillo y en la tercera…
Bueno, no hace falta decir nada más. La idea es iba componiendo un resumen, –a veces una frase– de cada escena. Luego iba desarrollando cada escena según esos resúmenes, aunque con la libertad de cambiarlos según necesitara. De hecho los últimos capítulos los cambié varias veces hasta encontrar un final que me gustara, que me permitiera continuar la novela pero que, al mismo tiempo la cerrara. Con un relato si me gusta tener el final bien cerrado desde el principio, pero en una novela dejo que los personajes me digan qué historia prefieren. Así, fui cambiando los “resúmenes” de cada escena, normalmente añadiendo más detalles según escribía el primer y sucesivos borradores, o según me sugerían algunas de mis queridísimas cobayas lectoras.
Esta técnica de escribir primero el resumen y luego el texto lo aprendí de un viejísimo manual de redacción. Lo único que he aportado es dividir la tarea en mini-resúmenes por escenas, para facilitarme la labor y dejar libertad a mi imaginación para ir cambiando lo necesario.
Jugar
Por último y más importante, una novela llevará muchas horas; muchísimas. Por eso tengo que recomendar a los principiantes que antes que una novela, escriba un relato, luego una novela corta e ir creciendo así, poco a poco. Y a todos os recomiendo jugar, esto es lo más importante, considerad que cuando escribís estáis viviendo una aventura fascinante, no haciendo un trabajo para ganar dinero, que hay maneras más fáciles de ganarlo, hasta para un escritor.
Por eso jugad y dejaos llevar por vuestras locuras particulares, sed felices con cada letra, buscad la belleza, hablad claro y no aburráis. El resto es todo comentario.
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Quien insulte a uno de estos pequeño sepa que me presentaré en sus pesadillas cantando a voz en grito y con un ukelele Would you love a monsterman?, hasta el día del juicio final por la tarde. Advertidos quedáis ↩
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Sí, el Rey Arturo, Lancelot y toda la peña ↩
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Ver por ejemplo La Edda Mayor y fijarse en un tal Gandalf en la página 42. ↩