Revista Talentos

Astenia veraniega

Publicado el 01 julio 2013 por Dolega @blogdedolega

La semana pasada fue extraña, ajetreada, intensa y por momentos imposible.

El fin de semana tuvimos visita allende los mares, lo pasamos muy bien y fue el contrapunto de los agobiantes días anteriores.

Estoy cansada, mi espalda se resiente y mi presión arterial cae en picado estos primeros días de calor ¡bendito calor!

Este coctel hace que la dulzura de mi carácter sea sensiblemente más baja que de costumbre ó lo que es lo mismo, que estoy de muy mala leche.

Mi logo, o sea mi gata, está con faringitis. Lo sé porque para pedir comida se va corriendo al plato, lo mira, me mira, abre la boca pero no sale sonido alguno. La llevo al veterinario, al mismo que la llevé hace seis meses por la misma causa. Me receta lo mismo que la vez pasada.

Me voy a la farmacia a comprar la medicina.

-Hola, me das una caja de “putuplús” (el medicamento en cuestión)

-Ese nombre no me suena ¿Para qué es?

Me contesta una chica con cara de tener astenia primaveral a pesar de que estamos en Julio.

-Para mi gato, tiene faringitis.

-¿No será “putuflú”? (el medicamento en cuestión)

-Sí, tienes razón es eso. Me he confundido de nombre.

Se mete para adentro y sale con la cajita del medicamento. Lo pone en el mostrador.

-La receta.

Me pongo a buscar la receta en el bolso y nada… Me acuerdo que la he dejado encima de la mesa de la cocina para abrir la jaula de la gata y sacarla al volver del veterinario.

-Pues que me la he dejado en casa, no la tengo. Si no te importa te la bajo mañana.

-¡No! No podemos despachar antibióticos sin receta.

Dolega con cara de madre.

-Es para un gato.

-Lo mismo me da, que me da lo mismo. Es antibiótico y nos está prohibido despacharlos sin receta. Que luego la gente se auto medica sin control.

Como yo estoy sufriendo el cambio de estación, pienso que la farmacéutica está igual solo que a ella le ha dado por la versión redicha. No tengo fuerzas para discutir así que me subo a casa a por el maldito papel.

Seis kilómetros después (tres de ida y tres de vuelta) espero que atienda a dos personas que están delante y le doy la receta.

-Yo, es que no entiendo porqué te ha mandado esto porque hay medicamentos mucho mejores. Además son pastillas y es mejor dárselo en gotas, lo toman mejor.

Dolega se pone su look surrealista…

-¿Ahh sí? Y cual me recomiendas, porque él me ha mandado lo mismo que la vez pasada y no me parece normal que el animalito en seis meses tenga dos veces faringitis.

Digo yo con un convencimiento que no deja lugar a dudas.

-Pues yo te diría que le dieras el “pataflís” que va genial y viene en gotas.

Dice la farmacéutica/veterinaria/dependienta.

-¡No se hable más! Dámelo. – Le digo tajante.

Coge la cajita, la mete en una bolsa, la cobra en el ordenador…

-Son siete con quince.

Yo con toda mi parsimonia abro el bolso, saco el monedero, saco el dinero, se lo extiendo y cuando lo va a coger hago un ademán y lo vuelvo a meter en el monedero.

-¡Huy no, no podemos!

La chica descolocada.

-¿Perdone?

-Que no podemos, no tenemos receta.

Tic, tac, tic, tac…

-Bueno mujer, se lo estoy dando yo que soy farmacéutica.

-Ya, pero no eres veterinaria que yo sepa y como tienes prohibido despachar antibióticos sin receta…

-Ya, pero tenemos la receta del veterinario.

-¿Me estás queriendo decir que me vas a despachar un antibiótico sin receta a pesar de tenerlo prohibido y lo que es peor, me vas a dar un medicamento A con una receta para uno B? ¿Y qué pasa si mi gato es alérgico al medicamento B y se lo doy y la palma Ehhh? ¿Quién es el responsable, el veterinario, la farmacéutica? ¿Me vas a dar tú una receta para este medicamento a pesar de no ser veterinaria Ehh? Anda hija, déjate de tontadas y dame lo que me ha recetado el veterinario.

-Oiga señora que yo solo quería ayudarla ¡Encima!

-Si me hubieras querido ayudar, me habrías despachado la maldita medicina la primera vez que vine y no me habrías hecho subir a casa a por el papelito obligatorio que ahora resulta que no necesitamos, porque tú recetas de oído.

Y es que a mí el cambio de estación me está sentando fatal…


Volver a la Portada de Logo Paperblog