Asusto a mi hija. No con frecuencia, según creo. Obviamente no a propósito. Su padre no es perfecto, pero nunca la asusta...
Me había pasado leyéndole libros o contándole historias. Repito que no con frecuencia; más bien pocas veces, creo yo... pero memorables.
El fin de semana ante-anterior, la dejé acostada para ir a ver el capítulo nuevo de la serie de Luis Miguel. Normalmente espero a que se quede dormida, pero yo quería ver el capítulo, así que me fui al estudio, me instalé y lo puse. Creo que iba como a la mitad cuando apareció la criatura. Dejé que se quedara por ahí, pero se asomaba a la pantalla a cada rato y supuse que la cosa se pondría fea con Luisito Rey, así que pausé la reproducción y le dije que ella no podía seguir viendo porque ese señor se iba a convertir en monstruo.
Pensé que era una figura retórica aceptable.
Jugamos a ser monstruos. Hacemos como monstruos. Cuando me desespero y me pongo en plan mamá neurótica o histérica, digo que me convertí en monstruo. Pero se asustó de verdad.
Silvia Parque