Ataques del Covid y cómo lo enfrentan los infectados

Publicado el 30 julio 2020 por Javier Torres Aguilar
Desde hace como dos meses escribo el testimonio de mi lucha con el bicho, que por poco la pierdo. Pero no me tocaba. Eso creo. 

Este relato se ha agrandado tanto —ya van 41 páginas— con las narraciones de los combates que han sostenido y sostienen amigos, familiares y conocidos con el temible virus, que he decidido dar a conocer aquí parte de ese testimonio ampliado. 

La finalidad de la difusión de extractos del relato que escribo quizá es puramente narrativa, como un ejercicio literario. También pienso que pudiera servir de distracción a algunos lectores. O tal vez, al leerlos pudieran tomar medidas preventivas para evitar el contagio del bicho (¿Ya viste Mr. Google, que ni siquiera he mencionado la palabra clave, para encontrar este texto).
He decido también publicar aquí trozos de mi testimonio —que aún no concluyo de redactar— porque cada día que amanece, me enteró de familiares o amigos o conocidos que han sido alcanzados por el bicho; a algunos les ha ido tan mal que ya no pueden leer esto; otros, sin embargo, aún batallan con el tan temible intruso; unos más, le han ganado la batalla al entrometido. 
Considero que podría ser de interés saber cómo han enfrentado algunos al bicho; y cómo le han podido ganar la batalla. Eso considero.
(En esta serie de artículos —que tratan sobre las batallas contra el bicho tan de moda— el SEO estará ausente. Y quizá haya mucha canibalización —duplicidad de palabras claves en dos más textos—. No me importa (por el momento). El contenido está dirigido a los lectores del blog, particularmente a los suscriptores, para los cuales les tengo un regalo sorpresa al final de esta serie de posts.
Por el momento, voy a ignorar a Mr. Google. Y creo que él también será reciproco en el trato. Me importan más los lectores fieles, que escribir para los robots de Google.)

Ah, también carecerán de imágenes estos relatos; tal vez incluya alguna cuando la ocasión lo amerite.

Sin más preámbulos, iniciamos.

Llevo 62 días desde que el bicho me pescó y aun me resguardo en casa, a fin de evitar algún contagio de cualquier enfermedad, pues mi sistema inmunológico quedó deteriorado. 

Pero no es eso lo que quiero contar esta vez, sino las luchas de los otros contra el temido intruso —que dicen algunos vino de China—:

El bicho sigue suelto y al ataque. Lo sé porque a otros familiares y amigos, se les ha trepado. A un primo y a un amigo querido los ha subido al ring —sin siquiera preguntarles—  y los puesto a luchar con él. 


La lucha de mi primo con el bicho

Mi primo tiene tres días desde que le apareció la fiebre alta, tos y estornudos. La desventaja para el intruso es que mi familiar desde el primer día que sintió la fiebre se puso en manos de un médico que para más señas es su prima. Le mandó la poderosa Ivermectina esa que según aniquila al bicho en 48 horas, Ibuprofeno, Levofloxacino, Paracetamol y Aspirina.

Ayer, en el segundo día de los síntomas, inició el tratamiento. Además desde hace como un mes venía consumiendo el dióxido de cloro. 

“Ya la fiebre ha bajado, y me siento con más fuerzas”, me dijo hoy, vía telefónica.

Ojala no lo tumbe el bicho. Si ya mejoró de un día para otro con el tratamiento, significa que probablemente el dióxido de cloro le ha ayudado mucho. 

Mi pariente desde hace como un mes venía consumiendo el dióxido de cloro —ese compuesto químico denostado por el gobierno y por la Organización Mundial de la Salud, pero que ha levantado de la muerte a muchos infectados por el bicho, y cuyas historias relataré en otros posts—.

Veremos como evoluciona mi primo. Aquí lo contaré


Mi amigo al que el virus ha alcanzado

Me han dado la noticia hoy que mi amigo está mál. Que ya está contagiado. No me han dado más detalles, pero me duele que esté enfermo, sobre todo porque tiene diabetes. La primera que inició con la enfermedad fue su esposa, habrá como 15 días. 

La ventaja para mi amigo es que se ha puesto en manos del médico que ya ha salvado a su padre (de mi amigo, no del médico) de 86 años y a otra señora. A ambos el temible intruso los tumbó y feo —ambas historias las contaré aquí después.

A su esposa de mi amigo, ese mismo médico la sacó de la etapa crítica. Ahora ella ya solo se recupera de las secuelas que le ha dejado el temible bicho.

Los pormenores de la batalla de mi amigo con el intruso los contare también aquí. Ojalá no le vaya tan mal.