a la Pachamama
En el sosiego,
en la plenitud,
en la brisa verde de la caricia,
se apagan lenta y melodiosamente
los hidalgos caballeros del día,
para dar paso en sepulcral silencio
a eso que un día inventaste en tu vientre,
puliste en tu mirada,
y llenaste de naturaleza en tus besos.
Secretamente los grillos esperan su turno y
los castillos reciben a sus pájaros
en lenta pero irremediable armonía.
Dos reflejos de sus ojos resisten.
En el aire el silencio se hace zumbido,
poco a poco las figuras
se agigantan, se deforman y
son fagocitadas por sus destino de imagen.
Lento pero como lento, inexorable
detona el milagro.
Sin darnos cuenta se hace la noche en el medio del campo