El atardecer y una cámara fotográfica siempre se mezclan, se unen como dos ” seres ” que desean fundirse de manera inevitable. La cámara recoge lo sublime, la emoción, el momento.
Un atardecer que se ofrece a través de una photo destila recuerdos, sensaciones que vienen de lo profundo de nuestro ser. Ver un atardecer nos conduce al infinito, nos pone ante el camino que nos permite el reencuentro con nuestra propia alma.
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