Hoy fui a un desayuno-conferencia organizado por mi Iglesia. Un evento para mujeres en el que fuimos ministradas por la Pastora principal de la congregación, Erika Miranda. Fue de gran bendición para mí.
Del mensaje, que es amplio, tengo algo que decir sobre el siguiente punto: a veces no vemos lo que tenemos enfrente; a veces no disfrutamos lo bueno que hay; lo que falta parece tan importante, que quedamos subsumidas en eso.
Yo creo que tiene que ver con nuestras ideas sobre lo que "debería ser". Creo que cuando nos faltan cosas que estamos convencidas de que "deberíamos tener", la distancia entre la realidad y lo ideal, nos perturba, y esa perturbación hace que algunas queremos ajustar la realidad a lo ideal, a jalones. Y jaloneando no se consigue nada -bueno-.
Si nuestras aspiraciones están inspiradas por el plan de Dios para nuestra vida, habría que proteger las aspiraciones y caminar hacia su consecución. Pero incluso en este caso, en el momento en que todavía no tenemos lo que queremos: estamos en lo que estamos: la realidad es la que es. Renegar de la realidad es renegar de "estar"; en ese sentido, es de algún modo, renegar de nosotras mismas. Y renegar me suena a "negar y volver a negar"; una especie de suicidio psíquico tenebroso. ¿Qué puede ser más oscuro que el atrapamiento en "lo que falta"?
Silvia Parque