El sábado pasado se cumplió un año desde que mi padre dejó este mundo.
A parte de la tristeza que produce un aniversario así para mi fue el principio de todo.
Ahora sé que es cierto aquello de que de toda “cosa mala” siempre sale algo bueno. A mi me ayudó a replantearme que hacía aquí. Cual era el significado de mi presencia en el mundo. Para qué servía mi existencia. Y fue el motor que puso en marcha la maquinaria del cambio. Os voy a explicar lo que yo he aprendido a partir de esa experiencia.
La lección principal que aprendí fue que sólo tenemos una vida y hay que vivirla. Y vivirla a tope. Comérnosla. Disfrutarla. Vivirla acorde con nuestros valores y convicciones. No vale el clásico “la vida es así”. No me conformo. ¡No te conformes! Hay que hacer todo lo que uno desea, y lo que la vida le pide. Y creo que mi padre, a su manera, lo hizo. Y por eso es un ejemplo para mi.
La segunda lección que he aprendido, no el primer día sino después de muchos meses, es que quiero arrepentirme de lo que he hecho pero NUNCA quiero arrepentirme de lo que no he hecho. ¡¡¡Eso jamás!!!
Así que con estas dos simples lecciones uno puede encarar mucho mejor su vida. El no hacer algo que te apetece hacer, que sabes que tienes que hacer o que te gustaría hacer es una elección. El ser humano es capaz de “inventar” decenas de excusas para no hacer algo. Porque su circulo de amistades no lo va a entender, por lo que podrán pensar de él/ella, porque perderá no-sé-que, porque ahora hay una prioridad más importante… el resumen es que no lo hacemos. Y si no lo hacemos siempre quedará la duda de que hubiera pasado si… Y, creedme, eso sí que es terrible.
Siempre esperamos que llegue el momento “oportuno” sin darnos cuenta que no hay momento oportuno. El mejor día para hacer algo es hoy. Sea en la situación que sea, personal o profesional. No hay que dejar de hacer algo porque “no estoy seguro de si” o porque “no me atrevo a”. Como he leído por ahí varias veces “el tiempo es lo único que no vuelve” y yo añado que es lo único que nunca deberías perder porque es lo más valioso que tienes.
Sea lo que sea que te ronda por la cabeza, en cualquier ámbito, no dejes que se quede ahí. ¡Actúa! Y hazlo ya. No permitas que el tiempo te “robe” opciones y que un día te levantes con esa fea sensación de que pudiste haber hecho algo.
Pase lo que pase no te conviertas en un mero espectador de tu vida. Sé el protagonista. Coge las riendas y vive la única vida que tienes.
¡Que tengáis una feliz semana!