Puestos a pedirle algo al 2011, por si acaso toca, por si acaso pasa, que sea igual de imprevisible que el 2010. Que aparezcan canciones, libros, blogs y sitios nuevos. Que Zaragoza se quede como está, que Pamplona siga siendo mi casa y que Madrid sea mi ciudad. Y que todas las personas que me han acompañado este año, las que llevan conmigo toda la vida y las que han aparecido sin avisar y en el sitio más inesperado, como al otro extremo de la barra del que era nuestro bar, detrás de una cabina de dj, a trescientos kilómetros de distancia, en los pasillos de un periódico en el que ya no trabajo, en las calles de Madrid y en las incontables copas de los sábados en el sofá inmenso de San Ignacio 6, se queden conmigo todas las horas que ellos quieran. Yo les pediría que para siempre. Aunque igual ellos consideran que es demasiado tiempo.
Feliz 2011. A todos.