Los recovecos de tu boca ardiente
embrujan como cantos de sirena
mis labios que se funden como arena
si tu nombre se cruza por mi mente.
Maldigo a gritos tu presencia ausente
que sin pedir permiso me envenena
mientras tu imagen volátil encadena
las alas que liberan mi presente.
Puse todo mi empeño en desterrar
tus recuerdos, pero solo conseguí
el son de mis latidos marchitar.
Y cuando al viento preguntes por mí
responderá con cadente sollozar
y sabrás que por tu ausencia me morí.