Estás ausente.
Y esta ausencia mata toda esperanza.
Mojo mi tristeza en otros besos,
que nada de mí quieren
ni siquiera arrancarme un recuerdo tuyo
y darme una sola risa.
Besos que solo llevan humedades.
Ajenas. No mías.
Mis humedades siempre fueron tuyas
y ahora las tiene tu ausencia.
Y ellos, el egoísmo de las suyas.