Antonio Berni
Las últimas luces del otoño
Se filtran por los amplios ventanales,
La ciudad yace desierta y muda
Mientras las hojas se desprenden y parten rumbo
Hacia oscuras alcantarillas.
Lloran los dioses,
Arrinconados entre el desazón
De las ciudades que no recorreremos
Y la muerta esperanza de los dedos que no se tocan.
El sauce se inclina hacia el río
Queriendo beber del elixir con el que
Otrora bañamos nuestros pies,
En ese lugar donde vertimos
Nuestras carcajadas sonoras y eternas.
Los bares cierran tristes sus puertas,
Al no vernos llegar tomados de la mano
Dispuestos a estar horas y horas
Sembrando filosofías disparatadas,
Pintando nuevos cuadros de Berni,
Mezclando en el lienzo los colores de tus pupilas
Con los de mis labios generosos.
A la vuelta, una librería anuncia
El estatuto de los amores inconclusos
Mientras que el carnaval se declara
Obsoleto y parte rumbo
A otras ciudades
De calles angostas y caderas más generosas.
Vierte el sauce lágrimas en el río
Mientras se secan sus raíces
Y nosotros…. nosotros
Navegamos una vez y otra vez
Contra la corriente de los sueños.
Mientras tus manos tocan la piel opaca
De la ausencia predestinada
Y yo me hundo en la soledad de unos labios desconocidos,
En algún lugar los dioses renuncian a su tarea
Convirtiéndose en simples peones
Que saltan de uno en uno
Los días y los meses.
Volveremos a vernos
Alguno de estos días,
Cada uno frente a un espejo distinto
Que nos reflejará en el marrón de nuestros ojos
Los granos de arena que terminaron de escurrirse
Para decantar íntegros en la base del reloj.
Pero los dioses ya no estarán
Para darlo vuelta.
Patricia Lohin
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