Eva.M.
Algunas veces llegamos hasta aquí para hablar de algo, y otras para romper el cristal de lo virtual, porque a veces se traspasa, es cierto, con más o menos tino.
Venimos hasta aquí para hablar de un viejo recuerdo, excentricidades, un libro, neuras, una película, mil canciones, un poema, una imagen, un dibujo, un plato de cocina...
Por momentos dejamos algo nuestro, los más, todo es ficción, como cuando quemamos iglesias, nos comemos los rosarios de la aurora, matamos con un crucifijo a las beatas y a los meapilas, o penetramos en un bosque para comer galletas que nos engrandezcan o nos dejen más pequeños si cabe.
Llenos de dignidad, de soberbias malgastadas, de egos desnutridos en busca de fáciles aplausos, que recorforten la mediocridad de muchos.Y pese a todo, sucumbimos algunos, otros sobreviven, ya que a pesar de las pestes y las pandemias tanto la vida como la función siguen.
No es lo mismo predicar que sembrar estrellas, aunque luego las maten de un balazo en el puesto de una feria de agosto, o las decapiten unos cuantos soberbios que creyeron un día que eran más que un Dios, por decir que estás vivo, que respiras, ante las notas de un viejo góspel: Porgy and Bess, en una improvisación de domingos, por decir que acabas de dejar que un viejo amante se cuele en tu cama y te abrace sólo ese viernes y santas pascuas, que se necesita de la comunión de dos cuerpos desnudos, cuando la realidad está tan lejos, allá en las orillas de cada acera caminando entre vivos y muertos.
Todos somos peces de nadie que sólo buscan ser ángeles en ciudades de asfalto; las tragedias nadan en la nada, sin saber nadar entre la podredumbre de la mísera humanidad, y, ya ves, pese a todo aunque sea ya sólo a ti, y aunque sólo sea para comerte y callarte la boca, aún puedo besarte, dejarte mi boca abandonada al aleteo de tu lengua, y hacer latir los besos, y sí, será que aún puedo olvidar o recordar, rescatar las sombras que me dicen que la vida es ya y volar por encima de los hospitales y el pánico escénico ante las blusas blancas, y escucharte decirme que el instinto de supervivencia puede más que los te quieros. Aferrarme a ti, a esos nosotros, despojados de pronombres.Dame la mano y vamos a sentarnos en aquel banco de octubre que firmó el abrazo de un sueño.
Subamos al escenario e interpretemos de nuevo este beso, un abrazo, pintémosle una sonrisa ruborizada como cuando éramos niños, alejados de todos los Klimt y sus Saturday Nigth Fever apestando un decorado de brillantina hoy ajada de luces, y muramos en el intento de hacer nacer una nueva ilusión, un sueño -aunque éste se vista de tránsito-, volemos hacia el autoengaño entre estas sábanas que sudan miedos y tempestades, (que las mentiras no duelen hasta que la verdad las hace estallar) , y tengamos la fiesta en paz.Prepararé un buen desayuno mañana, mientras buscas los croissants, y hasta entonces, soñemos con besayunarnos y hagamos ayuno de toda esta farsa un finde más, sigamos como a cada uno buena-mente su/nuestra propia programación le/nos dicte, hasta que termine la/esta puta función y volvamos al ímpetu de programar la temporada con una nueva obra.
Ya que, final-mente no formamos parte de ningún otro teatro que no sea el del mundo, como ya en él, a través de sus alegorías, nos/ lo dramatizó Calderón, y prosigamos este espécta-culo de falsas ilusiones y sueños como meros y necios espectadores, o bien de saltar ese umbral como protagonistas de nuestra propia mísera y... vida.
Y, así mismo, esperando que este Dia de la marmota se acabe, tras haber aprendido hasta a acabar de maltocar el piano.... mientras tanto, lo poco que soy :
Subo y bajoescalerasde osadía,besando a la muerte, besando a la vida.
Cada día.