«Mamá ya he llegado. Estoy bien. No te preocupes», saltó el buzón.
«Bien», pensé, y volví a dormirme enseguida.
¡Riiing!
—Dime, cielo.
—¿Señora García? Soy de la policía. Su hija... ha sufrido un accidente de coche.
—No puede ser... Ella acaba...
—Lo siento mucho, murió en el acto.