Danny Castellano es el compañero de Mindy en la fantástica y maravillosa serie The Mindy Project. Os la recomiendo si no la conocéis: es divertida y fresca y te sacará dos o tres carcajadas sinceras por capítulo, que ya es mucho decir. Adoro a Mindy, me siento muy identificada con ella en algunos aspectos y a veces, en los capítulos tristes, querría achucharla y llorar con ella a su lado comiendo helado hasta que se nos cayesen los ojos e implotáramos. Pero sobre todo amo a Danny. Creo que no existe mujer heterosexual que pueda debatirme el hecho de que sea, probablemente, EL HOMBRE, y de hecho no lo digo yo sola, que lo dicen muchas en el interné por ejemplo aquí o aquí. Ese ideal al que todas aspiramos conocer y enamorar algún día: alguien que nos quiera por nuestros defectos, que nos comprenda, que mueva el culo por nosotras, que nos ponga por las nubes cuando habla de nosotras con sus amigos y familia, que nos mime, que nos sepa mangonear cuando toca, que nos haga felices. Si es que hasta cocina, coñe.
Mi amiga Bich fue la que me descubrió esta serie y desde entonces solemos ver cada capítulo nuevo a la vez para poder ir corriendo a comentarlo a twitter, y siempre acabamos suspirando cual adolescentes ante Justin Bieber. Y una cosa os voy a decir: pienso encontrar a mi Danny. O a mi Chris Messina, vale, que es su nombre real.
No sé cuánto tiempo me llevará, pero mientras tanto creo que no podré seguir viendo la serie porque acabo con unas lloreras que no veas con cada capítulo. Sobre todo con esta última temporada, en la que Danny es más adorable que nunca y hace cosas que me tocan la patata porque pa mí las querría.
Igual me sale más a cuenta ver The Walking Dead, que representa mucho mejor la fauna masculina que me encuentro día a día por la calle.O Zoo.
Ay. Omá.