22 de junio de 2013
Me cansa este oficio. Urdir el verso,
templar la cuerda que jamás
será mía, contar las sílabas, cansa.
Porque es un yugo esto: decir,
decirte y decirme. Cansa, amor,
y no lo sabes. Cada día,
sábelo, escribo el último poema,
como quien deja en el cristal
el cálido, leve, fugaz aliento.