¡Ayer no existe más! – Pues con el verso acuesta vi a Pilatos, confundiendo…

Publicado el 02 junio 2013 por Cubanito_75 @TonyCantero

Hubo una vez hace años se me ocurrió este relato, quizás fue en sueño y no en actos que un día me vi navegando en rio revuelto apurado. Remando como los soldados que no dejan la batalla ni aunque les exijan que pierdan lo que de vida les queda. Dando pasos bocarriba por aceras, metido en huecos que erizan en cuclillas, copulando en un tranvía y frente a un barco a la vista diciendo adiós a la envidia, la pasajera desdichada que ironiza. Pero para atrás no cogía ni aunque viera gatos pintos pintar de negro mi estrella en un poema al mediodía. Pues el pasado es la apuesta que todos vivimos ganándole al recuerdo, para que nuestra memoria no muera, aunque erremos hacia el cementerio…

Del movimiento constante este ejemplo es buen modelo, para los costados y a partes se remueve el  mundo de adentro solo a nervios y cerebro. Hacia delante, hacia el centro y hacia arriba. Y hacia abajo cuando al sol pierde de vista y la luna cabizbaja no se enciende en todo el día. Vacio, despierto, dolido y sangrando mis desdichas de rodillas. De sal cubierto y de espinas que duelen cuando nos  hincan, resuelto el clímax gimiendo, llorando por las orillas. Lleno el pecho de todos mis esfuerzos sin codicias  ni prerrogativas por lo expuesto descendiendo a mi universo. Con lodo, manchas y heridas, con  martillos y cuchillas. Y con los aciertos que cupieron dentro de mi saco de aventurero herético…

Partido del cero opuesto hacia los cerros e inviernos de este mundo de extranjeros, donde viven los que no han vuelto y los que han muerto vivieron por los que se quedaron sin verlo. Los que cuando vuelven son ellos desterrados y sin complejos, son ellos en otros tiempos por pretéritos más viejos que del recuerdo trajeron. Por allí, por allí estuve bebiéndome el dinero, en el bar de Los Pasatiempos Atmosféricos. Hasta el día en que nublado y feo vi el cielo abriéndose sobre mis sesos, vi mi cabeza en el suelo y a mi cerebro como un puerco; lo vi en un corral comiéndose un madero, disecando un plato pérfido adobado con venenos, transformado en ser escéptico sin esqueleto…

Y en crédulo Rey de los pobres altaneros vi a un Maléfico flagelo gritar vuelvo, en carne y huesos…  Y me salí de aquel hueco en un lejano desierto, después de un periplo negro que no vieron.

¡Pues con el verso acuesta vi a Pilatos, dando cuero y sonriendo en un Congreso para ciegos!

Y no soporté otra estrofa de aquel cuento; y lo hice vino tinto en un barril puesto a fuego lento, sobre el pecho de un plebeyo que habían puesto a mi servicio en el Olimpo. Lo vi de legionario romano haciéndose el cristiano serio, canónico, apostólico y amnésico. Como el testamento nuevo que vi  leyendo a mi hijo, a sabiendas que su pueblo erró por ello; y que hoy advierte al respeto. Lo vi, mandando a matar a un necio descontento y terco, pues el amor no reinó, desde que el hombre lo cruzó con  celos y complejos. Enterrándole una lanza a corazón abierto, por no querer ser el ciervo que quisieron ver muriendo, en el ambiguo y eterno martirologio del pensamiento perverso…

Pues convirtiéndolo al mito se hizo olvido, resucitando al dios de los casos perdidos; pues crucificado el bendito se himno. Y me lo llevé a cabalgar sin cruz ni espíritus, en un camello sediento y adolorido.

Lleno de ardor sin lamentos y de utopías de alcohol ebrio, curado con cedro viejo en un poema   empobrecido. Me lo llevé de turista, para que saciara su apetito en un convento donde canonizaban al orgasmo por los actos y milagros del delirio. Me vertí sobre aguaceros por cada pueblo que vimos, dando gritos y descontento me recuerdo clandestino, mojándole el suelo seco al árido planeta de este cuento aun no leído; porque libros no hacen para oírnos. Y regando besos buenos por los destinos que el sueño había hecho míos, cual océanos de miedos subsistiendo; pues mi velero en buen puerto siempre hundí para creérmelo. Y nunca vi el fondo, es cierto; no reniego amigos míos…

Porque calculando medios reuní pesos; y resolví el almuerzo años enteros y bisiestos.

Inundando de fe las almas que atormentadas lloraban en sus moradas de tablas. En aquella época larga en que poco vi la almohada, pues quien busca la esperanza no descansa, ni así vea las sabanas planchadas de su cama; invitándolo a acostarse hasta mañana, a reposar la metralla que desde el Calvario le manda quien que nos mata. Para soñar a piernas sueltas y descubrir por donde anda la malvada que se escapa en la mañana. Después de una madrugada mágica, sin plata pero liberada en la distancia, el verdor nos sabe a sabia y el roció a todo pasa como el agua; y las sonrisas encantan las miradas. Y los pensares se calan a las páginas; y letra a letra las palabras legan frases que no callan.

¡Como una luna que se estalla en la fría alba, cuando el sol sale a buscar la iluminada!

La tierra nuestra del alma, la que espera a ser limpiada sobre las butacas de una sala…

La pluma llena de magia literaria erotizada, la poetiza de marras, la que ayer en serenatas relajaba, cuando mis pies inflamaban y mis dedos perdían cartas rechazándola. Con mis eternos deseos de echarme al camino inverso, cuando los viejos recuerdos distanciaran mi cerebro de los momentos placenteros que a diario busqué en el cuento. Como quien purga un legado que le dejaron gravitando por el infinito enésimo de los ensueños quiméricos. La proa en sentido adverso, la popa para cualquier lado y haciendo agua el velero; varado en los cuatro océanos, buscando en mares de versos otros pueblos marineros. Inspirando en timonel con mi compás poético; a puros dedos…

Sin miedo al clérigo de críticos viperinos que solo saben hacer eso; manchar ejemplos sin saber serlo.

Pues cuando con el verso a cuesta vi a Pilatos confundiendo, lavándose las manos sin leerlo, me lo llevé por el cuento a cabalgar en camello; y en un hueco negro lo dejé metido, enterrado en un olvido bíblico. Y nunca más un ser bueno creyó un poema de aquellos, mi hijo cerró el libro viejo pues no se convenció leyéndolo. ¡Pero la luna en los cerros con el sol si se dio besos! Y los astros y luceros vinieron todos a verlos; y las estrellas en silencio dieron conciertos abiertos, a puro verbo. Y lloviendo vimos truenos desde el séptimo, reviviendo orgasmos muertos. Y el ideal de aquel templo se lo regalé al plebeyo, cuando el Olimpo vi ardiendo y me desperté del sueño y encontré el tintero seco.

Y me eché afuera de nuevo a buscarme en otro tiempo; pues ayer enterré el viejo en el recuerdo…

¡Cuando con el verso acuesta vi a Pilatos confundiendo, removiendo en otros huecos con su clérigo!

Pues con el verso acuesta vi a Pilatos renegando; mandando a matar y lavándose las manos con un poemario…

“Pues yo no acepto dinero malhonesto como premio, ni ganándolo, ni muriendo; ni en pago por cambiar gobiernos que por lacayos no amemos.”

 

Picture by Vincent Tessier 

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