Revista Literatura
En un minuto más está el infinito de la estrella,
tumbados en el techo contamos el cinturón de Orion
y otras 27 en total, sumando las que no se ven
con las farolas naranjas.
Ecos de rock desde la casa, pero en nuestra azotea
el perejil y el mojito y el cinturón
que flota a los 30 grados.
Huyamos a París, donde cada esquina tiene un Rey
y unas espinas que se le clavan a la rosa
en la parte del pez espada.
Comamos nuestro ajo y yerbabuena
picados en el hielo amarillo, en la otra esquina
hay una nueva esquina, no quiero ver
los adoquines mojados, la azotea es nuestra
esta noche. ¡Se me han dormido las piernas!
¡Huyamos de la verja
y el guardián policía!
De noche no quedan ventanas por abrir.
Sobrevivimos al minuto y la azotea es nuestro techo.
Contesta a las cartas y apila esa montaña
de periódicos caducados y tickets de entrada.
No necesitamos alimento. Ni siquiera bebidas.
Pero huyamos con el vaso para discutir sobre Orión.
Reír fuerte con las pizzas vegetarianas mal hechas,
no pueden llevar anchoas, ¡quita el pimiento!
El vaso estalla sin caerse al suelo
y Orión se multiplica en tres centenares de baldosas.
Escucho lo que me estás diciendo,
o me gustaría escucharlo en pequeños abscesos
de imaginación.
Vamos a levantar la comisión anti-anti
anti-anti-tú. ¿Qué te parece?
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