Babysitter es un libro interesante pero sumamente irregular. Tiene 500 páginas en las que la autora abre demasiados flancos para desarrollarlos apropiadamente, cayendo con frecuencia en la inconcreción, en la repetición, en abruptos cambios de tono y de trama, en una sensación generalizada de ingravidez narrativa.Partamos del hecho que todo el asunto de Babysitter (el mote que le pusieron a un asesino, torturador y violador de niños en Detroit, que limpia y asea los cadáveres de sus infantes víctimas con una pulcritud angelical para abandonarlos desnudos en sitios eriazos, junto a sus ropas perfectamente planchadas y dobladas, como si fueran un regalo que regresara a sus progenitores, y que de hecho se inspira en un caso real), que tan vital y crucial rol aparenta ser en sus primeras páginas (o por ser el título de la novela), no es más que un hecho aislado, ruido de fondo, un mal colateral, una suerte de campana de Pavlov dramática, un instrumento para artificialmente generar incertidumbre y provocar una atmósfera de inquietud y peligro de vez en cuando. Lo principal corre a cargo de la protagonista, una mujer de extracción relativamente humilde que sin embargo ahora es la mujer en un adinerado e importante matrimonio, su esposo miembro de una rica familia de Michigan, la perfecta ama de casa con una hija un hijo y una nana filipina que la ayuda a sobrellevar la maternidad. Una mujer que lleva una vida algo aburrida, algo gris, algo cansina, que tiene un amante y ahí la tenemos en el primer capítulo, subiendo por el ascensor a la habitación de hotel en donde se llevará a cabo el primero (y quizás no único) de sus encuentros.Sí he de decir que la prosa de Joyce Carol Oates es poderosa y punzante, su escritura te transmite la angustia, la rabia, la impotencia, el alivio, la ridiculez o el patetismo que sienten sus personajes como si las palabras se introdujeran bajo tu piel, recorriéndote la carne por dentro. La suya es una prosa sugestiva, que tiene tanto de tétrico onirismo como de un realismo sucio, rabioso, agresivo. Una prosa tan intimista y hermética y críptica como capaz de capturar y exponer cruda/diáfamente en un par de frases la oscura complejidad de los fenómenos humanos. Pero Babysitter es una novela a la que le sobra mucho y que, pienso, no logra hallar su centro, su enfoque, su pilar fundamental o su razón de ser. Es como un monstruo de Frankenstein ensamblado a base de disímiles miembros que camina a trompicones y tropiezos. Porque...
...porque Babysitter es novela policial, novela de misterio y suspenso criminal, en donde agarra un ritmo feroz y trepidante a base de contundentes ráfagas de acción;asume también el deber de erigirse como el retrato de una época y de una sociedad que en realidad es intemporal porque acá vemos desigualdad e injusticia social, la vida de los ricos, la vida de los pobres, el clasismo y el racismo y el machismo de las esferas poderosas que manejan los hilos de todo, la corrupción de una ciudad, una visión mordaz y satírica que se expresa como una farsa familiar pero también como este relato procedural y hasta como una alegoría feminista (con observaciones certeras que meten el dedo en la llaga, sin duda);es también el retrato de las relaciones interpersonales y familiares, la vida sexual y sus múltiples rostros y manifestaciones, la apatía y la distancia emocional de gente demasiado ocupada para querer a sus hijos, el abandono de niños de clase alta y de pobres huérfanos, marginados y empujados a los límites de la muerte en orfanatos que son la puerta trasera por donde los depredadores buscan sus presas;es casi un laberinto kafkiano que se retuerce y retuerce en su absurdo dolor burocrático y engranado;es un thriller psicológico, la autora diseccionando quirúrgicamente la mente, la psiquis de su protagonista, una mujer deseando el peligro a la vez que temerosa por el bien de su familia, de ese "bien" que tanto le costó construir: la naturaleza del deseo sexual, del amor, de la autoestima, del castigo, los orígenes de tales sentimientos o impresiones... Y hay mucho más pero es mejor no adentrarme tanto, total, para qué contarles todo. Supongo que podría intentar resumirse como una exploración del lado oscuro del american way of life, pero aún así tal sentencia queda corta y no le hace justicia a la desmedida y fallida ambición de esta propuesta.Babysitter tiene tres novelas en su interior, cada cual con sus respectivas y singulares características, y sin embargo están todas apretujadas y revueltas; la autora va del tono irónico y satírico a una profundidad psicológica apesadumbrada y reiterativa sin solución de continuidad, así como la forma en que salta desde tramas que deja aparcadas y a veces olvidadas casi por capricho hasta el cuerpo central. Es todo un desorden que sin embargo se sostiene, apenas, por el carácter inherentemente interesante de sus discordantes elementos y la empeñosa fuerza de su prosa, que sostiene este maremágnum que amenaza constantemente con salirse de control y disparar en todas direcciones sin mayor lógica. Y todo pudo haber sido un contenido y concentrado relato sobre una mujer que tiene un amante y cómo este hecho la sume en un conflicto interno que la tiene siempre al borde de un ataque de nervios, funcionando a la vez como examen sobre las relaciones de poder entre hombres y mujeres (más o menos como Una hermosa doncella)... De hecho la novela comienza de manera excelente, misterio puro, agobiante atmósfera eminentemente sensorial, narrando sensaciones e impresiones, como en fuera de campo, instalando un personaje femenino atrapada entre dos deseos contrapuestos, que intercala con las voces espectrales de las víctimas del asesino, sin pensar uno qué conexión hay... Hasta que vemos que no la hay y que este inicio reconcentrado y adusto se expande en oleadas de información y estilos casi irreconciliables y completamente circunstanciales que se alargan innecesariamente...Si leen este libro, seguramente van a sentir lo mismo que yo: ¿a qué viene el asunto del Babysitter? Algo sí tenemos claro: leer a Joyce Carol Oates nunca será un paseo por el parque. Es de agradecer el riesgo que toma para abordar temáticas e historias oscuras e incómodas. En este caso, por desgracia, le ha salido un armatoste irregular, pero por lo menos legible. Vayan a su riesgo.
De este ejemplar soy el segundo lector pero estoy seguro que todos los ejemplares de Babysitter deben acumular varias lecturas porque, como dije más arriba, me costó encontrarlo disponible: aparte de la desorganización propia de Bibliometro, varias veces me dijeron que ya estaba prestado. Intuyo que Babysitter acumulará hartos préstamos, al menos en su primer año. Y miren, ¡qué pulcritud!