Así te amo, con la desesperación de lo que parece imposible. Pero también con la paciencia de un perro que se tira a refrescarse en el medio de un charco, el que se forma en un bache en plena calle. Y después dicen que los baches no sirven para nada, cuando son mi remanso. Como vos, que sos mi bache, mi falla, mi error, la deformidad del dedo chiquito del pie, un pequeño soplo en mi corazón, mi refrigerio esta tarde de finales de verano, mi descanso mientras espero el otoño y me recuesto en el largo de tu cuerpo, mientras los minutos que teníamos programados se disuelven.
Maldito reloj. Malditos nosotros que seguimos conformandonos con migajas, todo porque te asusté en la primaria con mi intensidad, cuando te dije que te quería y aún no sabía besar; o que tu boca tenía sabor a frambuesa, a limonada, a caramelos con chispitas ácidas adentro.
Así te amo, sin límite de tiempo, sin siquiera esperarte a la vuelta de la esquina o a la vuelta de la vida. Me rectifico: no es que me conforme, porque siento como me mirás, mientras tus ojos color cielo penetran en mi estratosfera. Entonces, ¿qué más puedo pedirte?
No necesito convencerte de nada, tan solo demostrarte unas mil veces más, como desde hace años, que no importa lo que pase, ni dónde estás o con quién.
Yo seré tu permanencia, tu secreto, tu eternidad, tu verdad.
Patricia Lohin
Imagen: Eduardo Pedro Oliveira/Tumblr
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