Revista Talentos

Baile bajo la lluvia

Publicado el 09 marzo 2015 por Isabel Topham
Los cuerpos flotaban en la intensa noche mientras sus ropas bailaban al ritmo de Jazz, las cuales se hacían más pesadas de llevar debido a la lluvia que ahogaba a sus latidos y cubría cada poro de su piel. Observaban como el paisaje se difuminaba a lo lejos quedándose ellos dos atrapados en la imagen, congelados en el tiempo con la poca luz que se percibía quedándose a oscuras uno frente a otro.
Él llevaba puesto un smokingnegro conjuntado con una camisa de color blanca y en mitad de ella portaba una preciosa corbata del mismo color del traje que, con el tiempo y la lluvia se podía apreciar a la perfección un abdomen bien definido; y unos zapatos bien arregladitos de alza con puntera negra. No medía más de 1, 64 cm de alto, lo suficiente para que ella no se molestara en ponerse de cuclillas cada vez que lo fuera a rodear con sus brazos.
Ella portaba su mejor vestido de un color rosa fucsia que la hacía más guapa de lo que ya era. El cual difícil era de llevar en cada minuto que transcurría. Unos tacones de aquel mismo color y un bolso caquis en su hombro. Medía lo suficiente para llegarle a sus hombros y poder abrazarlo con todas sus fuerzas hasta dejarlo sin aire. Era de piel pálida y una delgadez infinita, sin rozar el extremo. Unos ojos preciosos de color azules que no podían pasar desapercibidos ante nadie y poseía una delgada línea en sus labios que se apoderaba de sus deseos.
Mientras él tenía su brazo aún recorriendo todo su cuerpo en un abrazo, ella tenía sus manos extendidas sobre su pecho y con la mirada fijada en sus ojos. En aquel mismo instante, se le cayó un mechón de pelo ocultándole el ojo izquierdo, cuando de inmediato y con mucha delicadeza se lo recogió con apenas rozar su piel. Seguidamente, le acarició la barbilla con firmeza y se inclinó muy lentamente hasta llegar a sus labios los cuales, temblaban de la emoción. Podían notar como el sabor de sus bocas poco a poco, fue disipando la tristeza de la noche. Sentían la angustia de volverse a mirar y verse reflejados en la mirada del otro, pero sus deseos y la pasión eran aún mayores que no pudieron reprimirlo. En ese momento, el mundo giró entorno a ellos. La lluvia era pesada, húmeda y les impedía moverse libremente, pero ya nada les importaba. Se buscaban desesperadamente para volver a perderse en la neblina ocular, sus manos temblorosas, por miedo o nervios, necesitaban cobijo, amor o, simplemente, el deseo de volver a besar sus labios, y fundirse en un beso.
Habían formado una fusión con el calor humano de los cuerpos en la noche. La unión de dos almas unidas por el triste anhelo del ayer, a punto de fundirse por la pasión. Sus latidos se sincronizaron con el ritmo de la canción que sonaba justo en ese momento, bailaban torpemente, sus pasos eran lentos pero firmes, y estaban muy alegres al sentir el cuerpo del otro arropando su propia piel.
Mientras sus lenguas bailaban al ritmo de la música, la lluvia seguía cayendo sobre sus cuerpos pero, poco a poco, se fue apagando y ellos comenzaron a brillar debido a la reñida luz que fue apareciendo detrás, a lo lejos, por aquella estrella solar. Sentían la necesidad de volverse a besar, una y otra vez, hasta que la noche volviera a aparecer y tener la oportunidad de ver el amanecer como reflejo en sus pupilas.

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