Te fascinaba la gente distinta. Los llamabas "los contracorriente". Para la mayoría eran inadaptados. Para ti, únicos. Eso éramos nosotros también y por eso nos entendíamos. Pasábamos de noche bajo la lluvia y sin paraguas. A veces nos cruzábamos con algunos como nosotros, empapados y libres; pero la mayoría de las ocasiones quienes encontrábamos en nuestros paseos eran personas normales, adaptadas, de las que llevan paraguas...
Un día probaste uno. Dejaste de mojarte durante unos segundos, luego fueron minutos, después días... Ya no sales sin paraguas.
Nos soltamos de la mano, dejamos de pasear de noche juntos, dejamos de sentir la lluvia juntos.
No sé quién es más loco de los dos, si tú por dejar atrás la lluvia o yo por seguir negándome a llevar paraguas...