Revista Literatura

Bambo

Publicado el 24 junio 2019 por Alephoric
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Después de haber leído "Sapiens: Breve historia de la humanidad" del historiador y filósofo Yuval Noah Harari, que me pareció buenísimo y por lo cual finalmente entendí por qué ha sido uno de los libros más vendidos de estos últimso años, ayer empecé su segundo libro "Homo Deus: Breve historia del mañana". En el primer capítulo hace la siguiente anotación a la violencia y el terrorismo:
"En 2012 murieron en todo el mundo unos 56 millones de personas, 620.000 a consecuencia de la violencia humana (la guerra acabó con la vida de 120.000 personas, y el crimen, con la de otras 500.000). En cambio, 800.000 se suicidaron y 1,5 millones murieron de diabetes. El azúcar es ahora más peligroso que la pólvora". "Por lo general, los terroristas no tienen la fuerza necesaria para derrotar a un ejército, ocupar un país o destruir ciudades enteras. Mientras que en 2010 la obesidad y las enfermedades asociadas a ella mataron a cerca de tres millones de personas, los terroristas mataron a un total de 7.697 personas en todo el planeta, la mayoría de ellos en países en vías de desarrollo. Para el norteamericano o el europeo medio, la Coca-Cola supone una amenaza mucho más letal que al-Qaeda. ¿Cómo es posible, pues, que los terroristas consigan copar los titulares y cambiar la situación política en todo el mundo? Porque provocan que sus enemigos reaccionen de manera desproporcionada. En esencia, el terrorismo es un espectáculo. Los terroristas organizan un espectáculo de violencia pavoroso, que capta nuestra imaginación y hace que nos sintamos como si retrocediéramos hasta el caos medieval. En consecuencia, los estados suelen sentirse obligados a reaccionar frente al teatro del terrorismo con un espectáculo de seguridad y orquestan exhibiciones de fuerza formidables, como la persecución de poblaciones enteras o la invasión de países extranjeros. En la mayoría de los casos, esta reacción desmesurada ante el terrorismo genera una amenaza mucho mayor para nuestra seguridad que los propios terroristas".
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After having read "Sapiens: A Brief History of Humanity" by the historian and philosopher Yuval Noah Harari, which I thought was great and for which I finally understood why it has been one of the best selling books of these last years, yesterday I began its second book "Homo Deus: Brief history of tomorrow". In the first chapter he makes the following annotation to violence and terrorism:
"In 2012 about 56 million people died throughout the world; 620,000 of them died due to human violence (war killed 120,000 people, and crime killed another 500,000). In contrast, 800,000 committed suicide, and 1.5 million died of diabetes. Sugar is now more dangerous than gunpowder". "Terrorists usually don’t have the strength to defeat an army, occupy a country or destroy entire cities. Whereas in 2010 obesity and related illnesses killed about 3 million people, terrorists killed a total of 7,697 people across the globe, most of them in developing countries. For the average American or European, Coca-Cola poses a far deadlier threat than al-Qaeda.How, then, do terrorists manage to dominate the headlines and change the political situation throughout the world? By provoking their enemies to overreact. In essence, terrorism is a show. Terrorists stage a terrifying spectacle of violence that captures our imagination and makes us feel as if we are sliding back into medieval chaos. Consequently states often feel obliged to react to the theatre of terrorism with a show of security, orchestrating immense displays of force, such as the persecution of entire populations or the invasion of foreign countries. In most cases, this overreaction to terrorism poses a far greater threat to our security than the terrorists themselves".

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