El pasado martes en la
urbanización de Viñuelas, la policía detuvo a la mujer de cincuenta años que
atiende a las iniciales: A.M.D., acusada de asesinar y descuartizar a su
marido, B.B.C.
Como suele suceder en estos casos,
los vecinos recibieron la noticia con estupefacción. Preguntados por el capitán
encargado de la investigación sobre el carácter y la relación de la pareja, algunos
testigos respondieron siguiendo el cliché de interrogatorios similares. Era una
pareja normal, nunca los vimos discutir, declaró el presidente de la comunidad.
El señor B. viajaba con frecuencia, por
eso a nadie le extrañó que ella se presentara sola a la barbacoa que hicimos el domingo en el jardín. Una de las vecinas comentó: A. trajo una
bandeja enorme de carne. Por lo menos, entre chuletas y costillas, unos cuatro
o cinco kilos. Alguien le preguntó dónde había comprado aquella carne
tan tierna. Nos contó que la carne era un regalo de B. y era su forma de excusarse por no poder estar en la comida. Tenía tantas ganas de venir... Pero a este viaje no pudo negarse, nos dijo.