Barreras inexplicables

Publicado el 01 noviembre 2011 por Yamasoto @yamasoto
# Artículo publicado en la revista informativa de ASEM Catalunya
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Para fortuna de todos, con el paso de los años las instituciones públicashan evolucionado hacia una mayor sensibilidad y preocupación en loreferente a las barreras arquitectónicas en ciudades y poblaciones. Estáclaro que todo no se puede arreglar de la noche a la mañana, hay unproceso, y aún queda mucho trabajo por hacer. Permanecen muchas barreraspor eliminar, y aún existen demasiadas situaciones comprometidas paraaquellas personas que no tenemos una movilidad plena; situaciones que enmuchos casos no son perceptibles para el resto de los ciudadanos, yposiblemente pasan desapercibidas. El simple hecho de tener dos escalones,lo que para la mayoría son simplemente dos zancadas, para personas conmovilidad reducida puede ser un mundo.
Y como bien comentaba, a veces se puede entender que esto es un proceso,que requiere un tiempo; que al igual que hace diez años estábamos muchopeor,  dentro de diez años la situación será mucho mejor que la actual.Pero dicho esto, y centrándome en la capital catalana, Barcelona, megustaría criticar algunos detalles que no tienen explicación. Detalles queno permiten justificación de proceso, ni ningún tipo de compasión. Que norequieren esperar, sino exigir.Vamos a la estación del Clot, una de las importantes de la capital. Unaestación donde se congregan varias líneas de metro y ferrocarriles, ydonde pasan miles de personas cada día. Pues bien, en un lugar tanimportante y concurrido, vemos con asombro como aún a día de hoy existenun gran número de barreras arquitectónicas. Bastante inexplicables, caberemarcar. Nada más bajar de la línea roja del metro, la L1, tenemos unagran cascada de escalones para salir de la estación o acceder al camino deferrocarriles. Ni escaleras eléctricas ni ascensores. ¿Se han preguntadolos responsables del transporte metropolitano, cómo una persona conproblemas de movilidad puede acceder por si sola a una estación tanimportante? Si los problemas de movilidad son leves, pues coges aire, y teenfrentas a un gran número de escaleras, dando por sentado que todas lasmiradas de los demás ciudadanos se clavarán en tus anomalías, e incluso seenojaran por no poder avanzar con total normalidad -para muchos, el tiempoes demasiado importante-. Pero si además tienes una movilidad muyreducida, ni coger aire ni echarle agallas. Sencillamente no se puede; laindependencia, en lo relativo a la movilidad, queda echa añicos.
Podríamos pensar que estamos ante un ejemplo de paciencia; que aún no sehan podido eliminar las barreras. Pero no, en este caso debemos exigir ypedir explicaciones. Porque si avanzamos por el pasillo que nos lleva a laRenfe y a varías salidas del exterior, veremos ante nuestro asombro quetenemos un nuevo cúmulo de escaleras. En el mejor caso, en el acceso a laRenfe, solo existen unas escaleras eléctricas para subir, pero nada parabajar. Y ademas, una vez abajo, tenemos tres series de dos escalones,puestos más que nada para joder, como se diría coloquialmente, y que aúndificulta más el acceso a Rodalies. Pero no está todo explicado, porqueuna vez pasamos el billete y queremos acceder a cualquier andén, volvemosa vernos en la misma situación. Escalones y más escalones, sin másalternativa que pasar por ellos. ¿Realmente los responsables de laestación no se han percatado de la cantidad de obstáculos que hay paraviajar en un tren o metro que después presumen de adaptados? Pero laindignación no viene únicamente por lo comentado hasta ahora. No. Lo peorestá por llegar. Y lo peor, es que mientras nos indignamos con todo esterecorrido, observamos atónitos como hace apenas uno o dos años, sehicieron obras en la zona de Renfe, donde se situaron unas oficinas bienmonas: con sus enormes vidrios, la imagen corporativa, y paredes demármol; todo, con la última tecnología en el interior. Pero a nadie se leocurrió aprovechar ese momento para gastar una pequeña parte de dichopresupuesto; en adaptar un poquito más la estación, y pensar en los quemás difícil lo tienen. Ni unas sencillas rampas, ni un ascensor, ni nada.El dinero se quedó en las oficinas, que eso sí, lucen mucho y permitenfardar de infraestructuras.
Y hoy hablamos del Clot, pero podríamos hablar de tantas otrasestaciones... La cuestión es que hablemos, y sepamos cuando hay queesperar o exigir. Y en este caso, hay que exigir.

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