Hoy nos encontramos en esta luminosa barriada, (en la foto) construida en terrenos ganados al mar, las otrora llamadas mil viviendas, se construyó para intentar erradicar en la medida de lo posible, las "psudo-viviendas" en las que malvivían la gente, donde se les caía las casas debido a las malas condiciones y a la humedad, y fue curioso aquello, porque una de las condiciones para otorgarte una vivienda, era que tenías que estar casado o a punto de hacerlo, hubo personas jóvenes que, aunque llevasen poco tiempo de relación, la oportunidad de disponer de una buena vivienda hizo que se casaran sin pensarlo muchos de ellos. A día de hoy, esta barriada con sus maravillosas vistas a la Bahía de Cádiz, además de ser la primera en saludarla los rayos de sol, también es la primera en despeinarse cuando el viento de levante sopla, y también lo es, en saludar cariñosamente a las poblaciones de San Fernando, Puerto Real, Puerto de Santa María, Rota y Chipiona, esta barriada cuenta con un bonito y remodelado paseo, y con unas maravillosas vistas al mar, y a los astilleros, a los que también le han quitado terreno, para viviendas, para ocio y porque eran terrenos inutilizados debido al poco trabajo ¡¡que pena!!, como no podía de ser de otra manera, cuenta también con su puerto deportivo, donde la gente tienen sus barquitos amarrados, no sé que nombre tiene pero aquí lo han bautizado, con mucho "age" como Puerto Churry, y ese quedará para los restos, vayan a ver este lugar, os lo recomiendo, porque quedarán encantados. Siguiendo el paseo, llegamos a Puntales, uno de los barrios más antiguos de Cádiz, de gente muy humilde que se dedicaban a pescar y a mariscar para buscarse la vida, gente, la mayoría, sin estudios ¡¡para que diablos lo querían!! si eran una enciclopedia de la vida, en cada arruga, en cada gesto, en cada calada que daban al cigarrillo, en cada sonrisa, en cada mirada, a los que tuve la suerte de poder conocer mucho más a fondo, a muchos de ellos, ya que fuí su compañero en los Depósitos de Tabacos, junto con los que vivían en el Cerro del Moro, otro barrio, que aunque fuese señalado con el dedo, había gente a las que no cambiaría por nada ni por nadie. He sido muy afortunado, no por el dinero, que estoy más apretado que el zapato de un cojo, sino por las lecciones de la vida que me han brindado una y otra vez estos SEÑORES, sin darse ni siquiera cuenta. Y es que a los gaditanos en sabiduría y en señorío, no hay nadie que les haga sombra, os lo aseguro.
Bueno, otro día daremos una "vueltecita" por otro barrio, haber que os parece, muchas gracias por seguir ahí, mucha salud y mucha suerte.