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Baruch de Spinoza

Publicado el 09 junio 2013 por Diego Diego F Ospina @DiegO_OzpY

Biografia

Filósofo racionalista y pensador religioso holandés, considerado como el exponente moderno más completo del panteísmo. Nacido en Amsterdam de padres judíos hispano-portugueses el 24 de noviembre de 1632, Spinoza recibió una educación que ponía un gran énfasis en el estudio de las fuentes clásicas judías. Más tarde, sin embargo, se apartó del judaísmo ortodoxo como consecuencia de sus estudios de ciencias físicas y por el efecto que le produjeron los escritos del filósofo inglés Thomas Hobbes y del científico y filósofo francés René Descartes. Se apartó de la sinagoga y en 1656 fue excomulgado por los rabinos, que le desterraron de Amsterdam. Durante cinco años, Spinoza permaneció en las afueras de la ciudad, puliendo lentes para vivir. Durante ese periodo escribió su primer trabajo filosófico, Tratado de Dios, del hombre y de su felicidad, donde se prefiguran ya las líneas maestras del que sería su sistema filosófico. El Tratado teológico-político y la disertación De la reforma del entendimiento quizá fueron escritos también en este periodo, aunque el primero no se publicó hasta 1670 y el segundo hasta 1677. En 1661 se trasladó a Rinjnsburg, ciudad cercana a Leiden, y dos o tres años más tarde a Voorburg, no lejos de La Haya. Poco después, al trasladarse a La Haya, se le ofreció una cátedra de filosofía occidental en la Universidad de Heidelberg. El responsable de ello fue Charles Louis, el elector palatino. Sin embargo, Spinoza rechazó esta responsabilidad, para poder mantenerse libre de cualquier restricción que pudieran aplicar los teólogos sobre sus actividades intelectuales. También rechazó una pensión que le ofreció el rey de Francia Luis XIV, a cambio de que dedicara al monarca uno de sus trabajos.

La más completa expresión de Spinoza es su gran obra Etica demostrada según el orden geométrico (1674). De acuerdo con este tratado, el universo es idéntico a Dios, que es la ‘sustancia’ incausada de todas las cosas. El concepto de sustancia, que Spinoza saca de los filósofos escolásticos, no es el de una realidad material, sino más bien el de una entidad metafísica, una base amplia y autosuficiente de toda realidad. Spinoza admitió la posible existencia de atributos infinitos de la sustancia, pero mantuvo que tan sólo dos son accesibles a la mente humana, a saber, la extensión, o el mundo de las cosas materiales, y la racionalidad. El pensamiento y la extensión existen en una última realidad que es Dios, de quien dependen. La causalidad, en el sistema de Spinoza, puede hallarse entre los objetos individuales (es decir, entre los cuerpos físicos) en el atributo extensión, o entre ideas individuales en el atributo pensamiento, pero no entre objetos e ideas. Para explicar las aparentes interacciones causales entre objetos e ideas, Spinoza propuso una teoría conocida como paralelismo, según la cual cada idea tiene un complemento físico y, del mismo modo, cada objeto físico tiene su correspondiente idea.

Spinoza rechazó la providencia y la libertad de la voluntad, y su concepto de un dios impersonal fue recibido con hostilidad por muchos de sus contemporáneos. Su posición en la historia de la filosofía es única en muchos aspectos. No perteneció a ninguna escuela y no fundó ninguna. Aunque en ciertos puntos su trabajo se basaba en el de algunos de sus predecesores, muestra y afirma un individualismo tan acusado como para que se le pueda considerar un simple continuador o epígono, incluso en el caso del pensamiento de Descartes. Por la profundidad y la grandeza de sus ideas y su notable capacidad de síntesis, Spinoza se sitúa junto a los mayores pensadores filosóficos de todos los tiempos. Hasta un siglo después de su muerte, ocurrida el 21 febrero de 1677, su pensamiento no obtuvo reconocimiento y, aunque su sistema no consiguiera seguidores organizados, ha tenido, tal vez, la más penetrante influencia de todos los filósofos modernos con la excepción de Immanuel Kant. No sólo metafísicos sino también poetas como Johann Wolfgang von Goethe, William Wordsworth y Percy Bysshe Shelley han consultado y estudiado los trabajos de Spinoza en busca de inspiración y su pensamiento ha influido en el panteísmo poético subyacente de muchas interpretaciones modernas de la naturaleza.

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Deus, vive Substancia, sive Natura

Spinoza tomó la definición de substancia de Descartes y la interpretó de un modo estricto. Si por substancia entendemos aquello que existe por sí mismo y que no necesita de nada más para existir (que es su propia causa), entonces debemos reconocer que hay una única substancia, Dios. Dios existe necesariamente (su esencia implica su existencia) y tiene infinitos atributos. Todo cuanto existe es Dios o uno de sus atributos (panteísmo). Los términos “Dios”, “substancia” y “Naturaleza” se equiparan. De los infinitos atributos divinos el hombre sólo conoce dos: el pensamiento y la extensión. Pero como ambos son en definitiva Dios mismo, todo es pensamiento y extensión a la vez, aunque no podamos pensarlo de las dos maneras al mismo tiempo. Además de tener infinitos atributos, la única substancia tiene infinitos modos. Entre estos infinitos modos de ser la substancia infinita encontramos a las cosas y al hombre. Todos los objetos físicos son las formas de Dios contenidas en el atributo extensión. Del mismo modo, todas las ideas son la formas de Dios contenidas en el atributo pensamiento. Las formas sonnaturaleza creada (natura naturata) mientras que la única substancia o Dios es naturaleza creadora (natura naturans). Las formas son temporales, mientras que Dios es eterno.

Según Spinoza, el universo, las personas, los objetos y hasta los pensamientos provienen de un solo ser al que el denomino “substancia”, sacando la definición de Descartes, pero la interpreto de un modo tal que esta substancia lo es todo. Substancia es Dios y al mismo tiempo es Naturaleza, el decía que todo lo que nos rodea proviene de ahí, incluso nosotros, solamente que en distintos atributos y modos, a su vez todo es Dios

Spinoza dice que de los innumerables atributos de esta substancia nosotros solo conocemos dos, el pensamiento y la extensión en la que la primera son todas las ideas y la extensión serian todos los objetos físicos y hay dos tipos de formas que son: la naturaleza creada (todo los que nos rodea en el universo) y la naturaleza creadora (Dios) y que solamente el es eterno

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Generos del Conocimiento

- El primer género de conocimiento es la imaginación. Es una experiencia vaga de la percepción. Sólo se perciben las cosas a través de las modificaciones de nuestro cuerpo, de sus afecciones y se percibe nuestro cuerpo a través de las causas externas que lo afectan. Por ello, nunca se llega a conocer las cosas de manera adecuada, así como nuestro cuerpo nunca puede llegar a conocerse debido a que el alma es incapaz de discernir qué procede de él y qué de las cosas exteriores que lo afectan. En este tipo de conocimiento se obtienen los universales. Al ser un género de conocimiento inadecuado, confuso y vago. Es el modo de conocimiento en el que se conocen sólo las afecciones, pasiones. Es por ello que debe ser superado.
- El segundo género de conocimiento es la razón. Es el conocimiento discursivo o de segundo género. Se parte de las ideas confusas y compuestas del primer género para concluir en las ideas claras y distintas. Es el conocimiento por nociones comunes. La razón percibe las cosas como necesarias y en su necesario encadenamiento y no como contingentes, por lo que aquí se obtiene un conocimiento adecuado y cierto.
- El tercer género de conocimiento es la ciencia intuitiva. Es el amor dei intelectualis. Dimana de la idea adecuada de Dios, de la esencia formal de algunos atributos de Dios y progresa hasta el conocimiento de las esencias de las cosas. Se contempla a Dios y a todas las cosas en Dios sub specie aeternitatis.El tercer género de conocimiento es la ciencia intuitiva. Es el amor dei intelectualis. Dimana de la idea adecuada de Dios, de la esencia formal de algunos atributos de Dios y progresa hasta el conocimiento de las esencias de las cosas. Se contempla a Dios y a todas las cosas en Dios sub specie aeternitatis.

Según Spinoza estos tres tipos de géneros del conocimiento se diferencia mucho uno del otro, el primero es el conocimiento que se experimenta en la imaginación de un individuo donde la sensación no es muy clara y es constantemente modificado por factores externos, como dice Spinoza este tipo de conocimiento es muy confuso y vago, eso lo lleva a limitarse solo a las pasiones y debería ser superado (según Spinoza). El segundo es la razón, que es como la evolución del primer conocimiento en donde las ideas poco claras y confusas pasan a ser más claras, aunque siguen siendo ideas muy simples, por ejemplo lo que uno necesita y no mas transversales, solo un conocimiento básico, finalmente esta el tercer y ultimo tipo de conocimiento según Spinoza es el amor por el saber, por lo intelectual, es lo que va mas allá de lo básico, que no se queda en lo corriente y ordinario, son como ideas mucho mas complejas y según describe Spinoza se acerca mucho a la esencia de Dios y de las cosas

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Terreno Politico

En el terreno político, Spinoza rechazó el concepto de moral, por considerar que implicaba una desvalorización de lo real en nombre de un ideal trascendente. Todos los seres se guían por el principio de auto conservación, sobre el cual se edifica el Estado como limitación consensual de los derechos individuales. Sin embargo, lo que el individuo busca en el Estado es la conservación propia, por lo que puede revolverse contra él en caso de que no cumpla esta función («Dios crea individuos, no naciones»). En la medida en que la ley limita el poder de cada uno mediante un sistema de recompensas y castigos, la política descansa necesariamente en pasiones tristes (temor, seguridad). La principal preocupación política de Spinoza fue: ¿por qué los hombres combaten por su esclavitud como si se tratara de su libertad? Aunque la democracia es el mejor de los regímenes políticos, pues tiende a sustituir las pasiones tristes por el amor a la libertad y favorece el acceso al estado de razón, sólo se llega al tercer género de conocimiento por la vía individual y privada. La filosofía de Spinoza generó un importante rechazo en su tiempo, aunque un siglo más tarde sería recuperada y su influencia fue importante no sólo en el terreno de la metafísica, sino entre poetas románticos como Shelley y Wordsworth

Como se aprecia en el texto a Spinoza no le agrada mucho la idea de“Estado” ya que dice que todos las personas solo buscan su propia satisfacción y no cree que haya moral en ella, así mismo la gente busca su propio beneficio através de este y si a las personas no les hace falta o el estado no cumple su función probablemente se revelen en su contra y como decía Spinoza, Dios crea individuos, no naciones. Esto significaba que a Spinoza lo encontraba innecesario y que era solo una ilusión triste que reflejaba temor y seguridad, si lo que dice Spinoza fuera una verdad cada uno busca su propio bienestar y los crean el estado o la política solo buscan algo a cambio, esa idea en su epoca creo un gran rechazo

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El Racionalismo de Spinoza

Lo que Spinoza decía era principalmente que las personas tenemos que seguir las leyes de la naturaleza y proponía que las personas para poder lograr ser felices necesitaban deshacerse de todos sus sentimientos y afectos, logrando así la paz y armonía dejando de lado la ambición o el deseo que no ayudaban para nada, si no mas bien empeoraban al hombre y si finalmente consiguiera dejar de lado todo eso lograra captar la realidad como un todo, dejar el apego a las cosas que solo trae sufrimiento.

Su obra más importante fue “Ética demostrada según el orden geométrico”.

La ética para Spinoza es el arte de vivir o la moral. Cuando se refiere al orden geométrico quiere significar que la vida del hombre está condicionada por las leyes de la naturaleza, por esa razón proponía liberarse de los afectos y sentimientos para poder ser felices.

Dios o las leyes de la naturaleza son la causa interna de todo lo que ocurre, que según su doctrina ocurre necesariamente.

Esa también era la realidad para los estoicos, por eso trataban de responder a todo lo que sucede con una serenidad estoica sin dejarse llevar por las emociones.

Spinoza tenía una cosmovisión monista al sostener que todo lo que existe es una sola sustancia y una visión de la vida determinada por la naturaleza.

Sólo somos seres libres para desarrollar nuestras posibilidades humanas porque estamos determinados tanto por las condiciones externas como internas.

Spinoza estaba convencido que son las pasiones humanas como la ambición y el deseo lo que impide alcanzar la felicidad y la armonía, que sólo el hombre podrá lograr cuando pueda captar la realidad como un todo, o sea ver la realidad desde todos los ángulos.

La posición de Spinoza es similar a las filosofías y religiones orientales, que también son panteístas y creen en un Dios inmanente y en el deseo y el apego a las cosas como causa del sufrimiento humano.

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Pasiones

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Según el texto las pasiones son cosas incontrolables por nosotros y nuestra razón, lo único que controla o lo apacigua es la existencia de otra pasión o afecto, según esto entre mas nos dejemos llevar por nuestras pasiones menos control tendremos sobre nosotros, también existe la forma de controlarlos y es que lo conozcamos a profundidad y que nos hace querer lo queremos, por que surge la necesidad de tener o poseer lo que no tenemos y según Spinoza, si llegáramos a descubrir por que de esa pasión en un plano mas alto de lo normal y se fuera realmente consiente por que lo queremos en ese momento uno lograría ser libre. Lo que también dice el texto trata del bien y el mal, el dice que no existen, solo existe lo que creemos que es bueno según ideales o lo que dice la gente que esta bien y lo malo lo que se aleja de eso y no es comprendido por los demás; es como decir que lo que es extraño o fuera de lo común es algo malo y no es eso siempre verdad.

Spinoza habla de las pasiones en un sentido muy especial: la pasión no es activa, al contrario. Somos pasivos ante ellas y nos comportamos de acuerdo con ellas. Mientras más nos dejemos llevar por las pasiones, menos control de nosotros mismos tendremos. Somos libres en tanto conocemos nuestras determinaciones. Dios es libre porque es absolutamente determinado y necesario. Un afecto (o pasión) no se puede dominar más que con otro afecto. La razón es inútil ante las pasiones. El control de los afectos no se basa en una voluntad que quiera dominarlos, sino en un conocimiento profundo de ellos. ¿Por qué deseamos lo que deseamos? En el momento en que reconocemos que tomamos Coca-Cola porque nos gustó el anuncio, en ese momento somos libres.

No existen el bien y el mal en sí, son parte de la totalidad de Dios. El bien y el mal están relacionados con las metas que nos proponemos. Lo bueno es aquello que nos acerca a nuestro ideal; lo malo, lo que nos aleja.

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Tratado político–religioso

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Por los comentarios y criticas de Spinoza se daba a conocer que era ateo por la razón de que le encontraba muchas fallas a las creencias existentes, el lo único que creía era sobre la existencia de su propio denominado Dios, también conocido como Naturaleza, unas de las cosas que critica de las religiones es que su Dios no es perfecto ya que tiene un propósito en si y eso ya lo hace ser imperfecto por que le falta algo, sea la salvación de la humanidad o lo que sea a diferencia del Dios de Spinoza que lo es todo y que esta muy lejos del entendimiento humano, otra de las cosas que critica fuertemente es la Biblia en la cual encuentra muchos errores, empezando por el hecho que dicen que es divina y esta totalmente compuesta por personas comunes y corrientes, otro de los argumentos que ocupaba era que el Dios de las otras religiones no se ocupaba de los problemas de la gente siendo que ese Dios esta para ayudar y también le disgusta la idea de la Creación, esa teoría que dice que todo fue hecho por Dios tal y como esta ahora que nada evoluciona, que solo Dios es el único responsable de la creación de todo el universo y de todo los seres vivos de la tierra, siendo que hay muchas mejores teorías que explican casi todo y finalmente dice que las religiones son para practicar en entendimiento de Dios, para Spinoza la mejor forma de entender a Dios es a través de la reflexion y la razón interna.

En el Tratado político–religioso se ve claramente reflejado su pensamiento filosófico. Para Spinoza el problema religioso y el problema político son dos aspectos de un mismo problema. Para él hay que eliminar el miedo y el odio, todo ello a través de la razón, así proclama la “libertad de filosofar”.
Con estos pilares empieza a hacer una durísima crítica de la asociación religión-política. Sus principales argumentos se basan en desmontar el misterio de las religiones. Para Spinoza la Biblia estaba llena de errores y contradicciones, denostando su carácter divino, pues estaba claro que había sido escrito por hombres. Habla de lo absurdo de la idea de un Dios perfecto, razonando curiosas reflexiones como que si Dios buscaba un fin, es que no era perfecto, pues necesitaba algo que no posee. También hace hincapié en lo absurdo de la idea de la “Creación”.
Además, critica duramente las religiones por su ineficacia para resolver los problemas humanos. Añade a su crítica que las religiones se han convertido en una forma autómata de practicar el entendimiento de Dios. Para Spinoza la única y mejor forma es la razón y reflexión interna e individual para llegar al conocimiento de Dios (=Naturaleza).

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Musica para Spinoza

Música para un soneto que Jorge Luis Borges escribió y dedicó al filósofo holandés Baruch Spinoza (1632-1677).

Panteísmo

Panteísmo

Etim.: del griego “pan” (todo) y“theos” (Dios)

La creencia de que todo es divino. No existe un dios personal sino que Dios y el universo son la misma cosa. No habría entonces, en esencia, distinción entre Dios y el mundo.

A lo que se refiere el Panteísmo (Spinoza es uno de los mejores expositores de la época moderna, por eso puse esta definición) es a que no existe un Dios personal, con figura en si como por ejemplo Jesús para los cristianos, Alá para los islámicos o la serie de otras deidades para el resto de las religiones, si no que el único Dios para el panteísmo lo es todo, si todo, tu, yo, esta reflexión, la tierra, las cosas y el universo (excepto los pensamientos o ideas pero no voy a entrar a hablar de eso porque ya esta en otra reflexión) lo que trato de decir es que según lo que dice el panteísmo no hay un hombre superpoderoso que haya creado todo, sino que el universo entero es esa deidad

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Dios

VI.—Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita[1].

Explicación: Digoabsolutamente infinito, y no en su género; pues de aquello que es meramente infinito en su género podemos negar infinitos atributos, mientras que a la esencia de lo que es absolutamente infinito pertenece todo cuanto expresa su esencia, y no implica negación alguna.


Fuente: Etica demostrada según el orden geométrico, Baruch Spinoza.

creo yo que es el pensamiento de Spinoza en palabras simples, primero que es referente al texto que coloque, es que Spinoza, como lo he dicho muchas veces cree que el universo se compone de una sola cosa… Dios o Naturaleza como también le llama dice que eso es lo único perfecto en el universo y no cree en ninguna religión porque siempre le encuentra errores a ellas, también dice que lo único que no es parte de Dios serian los pensamientos, las ideas, las pasiones, etc., hablando de pasiones que ya lo mencione en otra reflexión seria para Spinoza un elemento innecesario para el hombre por que solo entorpecen el desarrollo intelectual de este. También recuerdo algo de lo que decía de la política, decía que era como decirlo… falsa por que el ser humano solo busca su satisfacción, bueno con ese pequeño desvío del tema lo principal de la definición de abajo simplemente dice la interpretación de Spinoza a lo que el cree que es Dios, y que todos seriamos una pequeña parte de el.

Autor: Ramiro Alonso Reyes López

yo solo e recopilado su ensayo

1. Gnoseología.

La verdad del conocimiento reside en el entendimiento mismo. La verdad no consiste en la coincidencia del entendimiento con la cosa sino en la adecuación del entendimiento al entendimiento mismo.
Spinoza distingue tres géneros de conocimiento. El primer género de conocimiento es la imaginación. Es una experiencia vaga de la percepción. Sólo se perciben las cosas a través de las modificaciones de nuestro cuerpo, de sus afecciones y se percibe nuestro cuerpo a través de las causas externas que lo afectan. Por ello, nunca se llega a conocer las cosas de manera adecuada, así como nuestro cuerpo nunca puede llegar a conocerse debido a que el alma es incapaz de discernir qué procede de él y qué de las cosas exteriores que lo afectan. En este tipo de conocimiento se obtienen los universales. Al ser un género de conocimiento inadecuado, confuso y vago. Es el modo de conocimiento en el que se conocen sólo las afecciones, pasiones. Es por ello que debe ser superado.
El segundo género de conocimiento es la razón. Es el conocimiento discursivo o de segundo género. Se parte de las ideas confusas y compuestas del primer género para concluir en las ideas claras y distintas. Es el conocimiento por nociones comunes. La razón percibe las cosas como necesarias y en su necesario encadenamiento y no como contingentes, por lo que aquí se obtiene un conocimiento adecuado y cierto.
El tercer género de conocimiento es la ciencia intuitiva. Es el amor dei intelectualis. Dimana de la idea adecuada de Dios, de la esencia formal de algunos atributos de Dios y progresa hasta el conocimiento de las esencias de las cosas. Se contempla a Dios y a todas las cosas en Dios sub specie aeternitatis.

Espinosa distingue cuatro clases de ideas:
.Artificiales -producidas por la imaginación.
.Dudosas -que se muestran compuestas, por lo que no son claras ni distintas.
.Falsas.
.Verdaderas.
Una idea verdadera debe estar de acuerdo con el objeto que es ideado, del que es idea. El criterio de verdad son las ideas adecuadas y perfectas. Def. de Idea adecuada. E.II, Def. IV: “Entiendo por idea adecuada una idea que, en cuanto considerada en sí misma, sin relación al objeto, posee todas las propiedades intrínsecas de una idea verdadera.” Ella es norma de lo verdadero y lo falso.

2. Ontología. Dios, la substancia, los atributos y los modos.

La realidad es para Espinosa Deus sive natura sive substantia. He ahí al Ser. Dios es un ser absolutamente infinito constituido por una infinidad de atributos, cada uno de los cuales es expresión de una esencia eterna e infinita. Es en sí, es causa sui. E.I. Def. VI. “Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, esto es, una substancia que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita” E.I. Def. I: “Por causa sui entiendo aquello cuya esencia implica la existencia, o, lo que es lo mismo, aquello cuya naturaleza sólo puede concebirse como existente.” El núcleo central de su ontología es la noción de substancia. E.I. Def.III.: “Por substancia entiendo aquello que es en sí y se concibe por sí, esto es, aquello cuyo concepto, para formarse, no precisa del concepto de otra cosa.” Dios es una esencia eterna e infinita, afirmación absoluta que excluye toda negación. Dios es una substancia constituida por una infinidad de atributos infinitos. Veamos qué es un atributo. E.I. Def. IV: “por atributo entiendo aquello que el entendimiento percibe de una substancia como constitutivo de la esencia de la misma”. Según afirma en E.I.Prop. IX: “Cuanta más realidad o ser tiene una cosa, tantos más atributos le competen. Demostración: Es evidente por la Def. IV”. Así queda claro el significado de la Def. VI anteriormente mencionada.
Los atributos son substantivos y no adjetivos. No son en Espinosa lo que los predicados respecto al sujeto gramatical. De acuerdo con la Def. IV, el atributo no es una propiedad de la substancia, sino la esencia de la misma substancia en tanto que es concebida por el entendimiento, ya sea el entendimiento finito del hombre o el infinito de Dios. Cada atributo constituye la esencia misma de Dios en tanto que se manifiesta en una forma de ser. Los atributos sólo son infinitos en su género, es decir, cada uno en la forma de ser que le es propia, mientras que Dios es absolutamente infinito, ya que al estar constituido por una inifinidad de atributos agota la totalidad de las formas del ser. Los únicos atributos que conocemos son el pensamiento y la extensión. E.II. Prop. I. “El Pensamiento es un atributo de Dios, o sea, Dios es una cosa pensante.” E.II. Prop. II: “La Extensión es un atributo de Dios, o sea, Dios es una cosa extensa.” Los atributos son en su género sustancias y no predicados y, por tanto, hay entre ellos una distinción real, por ello, no podría haber entre ellos una comunicación causal. Las almas y los cuerpos no son sustancias, sino modos de la sustancia pensante y de la sustancia extensa respectivamente. Aun cuando los atributos sean sustancias en su género, que existen la una sin la ayuda de la otra, no son sustancias, sin embargo, si se quiere mantener y respetar la regla de univocidad en el lenguaje filosófico, puesto que cada uno de los atributos expresa la realidad o el ser de la sustancia. Esta es la razón por la cual Dios es la única sustancia.
Un atributo no es causado por otro atributo. Se puede relacionar a todos los atributos con Dios. Dios se expresa en la diversidad infinita de todas sus formas de ser por medio de su productividad infinita y de su orden inteligible que se despliega en esa productividad. Los atributos expresan la esencia de Dios. El ser de Dios no se distingue de sus atributos. Dios se expresa en el mismo grado y poder e inteligibilidad de cada uno de ellos tomados aisladamente.
Cada atributo expresa la necesidad, la eternidad y la infinitud de la substancia. ¿En qué sentido expresa también la unidad de la substancia? No siendo la unidad de Dios la unidad de un substrato, sino la de una productividad que se despliega en la diversidad de los atributos según formas necesarias, la distinción entre lo uno y lo múltiple no pertenece al ámbito de lo cuantitativo cuando se trata del ser absolutamente infinito. La substancia no está situada más allá de los atributos.
El atributo del pensamiento pertenece al orden del ser, es el poder de pensar el que se actualiza en el entendimiento infinito de Dios y en el entendimiento finito del hombre. El primero de modo inmediato y el segundo de modo mediato. Por ello es plenamente compatible con la simplicidad y la perfección de Dios.
La idea de extensión implica la idea de divisibilidad de partes extra partes, bien se la conciba como actualmente dividida o como infinitamente divisible. La extensión real lleva consigo la unidad e indivisibilidad de un infinito que es a la vez extensivo e intensivo. La distinción de partes es una distinción modal y no real. La extensión es constituyente y dinámica. A nivel de substancia, no hay división. Dios es absolutamente simple. E.I. Prop. XII:”No puede verdaderamente concebirse ningún atributo de una substancia del que se siga que esa substancia puede ser dividida”. E.I. Prop. XIII: “Una substancia absolutamente infinita es indivisible”.
Dios es causa primera y libre de todo. Sólo Dios es libre, causa libre. Lo que llamamos voluntad, es causa necesaria. E.I. Prop. XXXII: “voluntas non potest vocari causa libera, sed tantum necessaria” Corolario I “Deum non operari ex libertate voluntatis.” Demostración: “La voluntad es solamente un cierto modo de pensar, como el intelecto; de modo que -como consecuencia de la Prop. XXVIII- ninguna volición puede existir ni ser determinada a operar, si no lo es por otra, y así hasta el infinito. Y aunque se suponga una voluntad infinita, debe ser determinada por Dios en su existencia y en sus operaciones, no en cuanto es una substancia absolutamente infinita, sino en cuanto tiene un atributo que expresa la esencia infinita y eterna del pensamiento.” Dios sólo actúa en virtud de las leyes de su propia naturaleza. Todo es y se concibe en y por Dios. E.I. Prop. XV:”Todo cuanto es, es en Dios, y sin Dios nada puede ser ni concebirse”. Dios produce las cosas por necesidad interna. Actuar libremente es actuar por la necesidad de la propia naturaleza.
La substancia infinita se expresa a través de sus atributos en infinitos modos. E.I. Def. V.: “Por modo entiendo las afecciones de una substancia, o sea, aquello que es en otra cosa, por medio de la cual es también concebido”. E.I. Prop. XVI: “De la necesidad de la naturaleza divina deben seguirse infinitas cosas de infinitos modos (esto es, todo lo que puede caer bajo un entendimiento infinito)”
Los modos se dividen en infinitos y finitos. Los infinitos se dividen en inmediatos y mediatos. Los modos infinitos inmediatos se derivan o deducen inmediatamente de la naturaleza absoluta de Dios. Los modos infinitos mediatos proceden de la naturaleza absoluta de Dios por intermedio de los modos infinitos inmediatos.
Dice Espinosa en E.I. Prop. XXIII: “Todo modo que existe necesariamente y es infinito, ha debido seguirse necesariamente, o bien de la naturaleza de algún atributo de Dios considerada en absoluto, o bien a partir de algún atributo afectado de alguna modificación que existe necesariamente y es infinita. Demostración: En efecto, un modo es en otra cosa, por la cual debe ser concebido (por la Def. V), esto es (por la Proposición XV), que es en Dios sólo, y a través de Dios sólo puede ser concebido. Por consiguiente, si se concibe que un modo existente existe necesariamente y es infinito, ambas cosas deben necesariamente concluirse, o percibirse, en virtud de algún atributo de Dios, en cuanto se concibe que dicho atributo expresa la infinitud y necesidad de la existencia, o (lo que es lo mismo, por la Def. VIII) la eternidad, esto es (por la Def. VI y la Prop. XIX), en cuanto se lo considera en términos absolutos. Por tanto, un modo que existe necesariamente y es infinito ha debido seguirse de la naturaleza de algún atributo de Dios tomado en términos absolutos; y ello, o bien inmediatamente (sobre esto Prop. XXI), o bien a través de alguna modificación que se sigue de su naturaleza absolutamente considerada, esto es (por la Proposición anterior), que existe necesariamente y es infinita. Q.E.D.” Conviene dar aquí la “jerarquía de los modos” que Espinosa ofrece en la Epístola LXIV a Schuller y que es un complemento indispensable a la teoría de los modos de la Ética. Distribuye Espinosa los modos en dos sistemas, según los atributos de la Extensión y el Pensamiento, y los clasifica en modos infinitos y finitos; los modos infinitos, como más arriba vimos, a su vez se subdividen en modos infinitos inmediatos y mediatos. La clasificación queda como sigue. EXTENSIÓN: Modo infinito inmediato: el “movimiento y reposo”; Modo infinito mediato: la “Faz de todo el universo”; Modos finitos: los cuerpos. PENSAMIENTO: Modo infinito inmediato: el “entendimiento absolutamente infinito”; Modo infinito mediato:¿? (Espinosa no rellena este lugar de su clasificación); Modos finitos: las ideas particulares (comprendiendo, se sobreentiende, tanto ideas verdaderas como falsas, y asimismo los “afectos” de todo tipo). Una caracterización rápida de esa clasificación puede ser ésta: el modo infinito inmediato es la determinación más genérica de la natura naturata; los modos finitos, a diferencia de los infinitos se caracterizan por tener una esencia que no implica su existencia. Su existencia, empero es necesaria.
El pensamiento es consciente de sí mismo, pero en el hombre se concibe un progreso de la conciencia que consiste en el paso de la conciencia inadecuada a la conciencia adecuada de sí mismo, de las cosas y de Dios.
Se puede distinguir entre ideas adecuadas, de las cuales es causa total nuestro espíritu, que las forma actuando según sus propias leyes, e ideas adecuadas, de las que nuestro espíritu solamente es causa parcial y que, por tanto, no podrían ser comprendidas exclusivamente a partir de la naturaleza de nuestro entendimiento, ya que su existencia y contenido están determinados en parte por la acción de causas exteriores a través de las modificaciones de nuestro cuerpo, extrañas a nuestra naturaleza y a nuestro poder, en la medida en que no comprendemos las leyes según las cuales actúan.
El alma es una idea inadecuada del propio cuerpo. E.II. Prop. XXII: “El alma no se conoce a sí misma sino en cuanto percibe las ideas de las afecciones del cuerpo.”
E.II. Prop. XXIV: “El alma humana no implica el conocimiento adecuado de las partes que componen el cuerpo humano.”
E.II. Prop. XXV.:”La idea de una afección cualquiera del cuerpo humano no implica el conocimiento adecuado del cuerpo exterior.”
E.II. Prop. XXVI: “El alma humana no percibe ningún cuerpo exterior como existente en acto sino por obra de las ideas de las afecciones de su propio cuerpo.”
E.II. Prop. XXVII: “La idea de una afección cualquiera del cuerpo humano no implica el conocimiento adecuado del cuerpo humano mismo.”
E.II. Prop. XXVIII: “Las ideas de las afecciones del cuerpo humano, en cuanto referidas sólo al alma humana, no son claras y distintas, sino confusas”.
E.II. Prop. XXIX:”La idea de la idea de una afección cualquiera del cuerpo humano no implica el conocimiento adecuado del alma humana.”
En la medida en que el cuerpo existe en relación con el espacio y el tiempo y se halla en consecuencia vinculado al “orden común de la naturaleza”, cuyos efectos sufre, sin que el alma pueda discernir lo que en aquél proviene de sí mismo, es decir, de su naturaleza y su poder, de aquello otro que se produce en él por la acción de los cuerpos exteriores, es en esta medida en que se puede afirmar que el alma es idea inadecuada del cuerpo.
Ahora bien, dado que la conciencia es la idea de la idea, puede afirmarse también que es inadecuada, en cuanto que la idea de que es idea se relaciona con el cuerpo, considerado en su existencia espacio-temporal. En efecto, no conociéndose a sí misma ni a las cosas más que a través de las modificaciones del cuerpo, es necesariamente una conciencia falsa, pues cree conocerse y conocer las cosas tal y como son, tal como el entendimiento divino las conoce, cuando, en realidad sólo tiene de ellas un conocimiento mutilado y confuso, porque, sin darse cuenta, percibe las cosas a través de las modificaciones del cuerpo, es necesariamente una conciencia falsa. Por otro lado percibe al cuerpo sólo en cuanto que es modificado por la acción de las cosas exteriores; mutilado, porque es percepción de las cosas como fragmentos discontinuos de la realidad, sin relacionarlas entre sí y con el orden necesario de las mismas, que es lo que las hace inteligibles, y porque, debido a esta ignorancia, se hace la conciencia la ilusión de que es independiente, es decir, de que está separada de las cosas y de la verdadera fuente del ser que es Dios. Es la conciencia inadecuada la que constituye la fuente de nuestros errores y de nuestras pasiones.
Tenemos nuevamente que citar otros pasajes de la “Etica” para esclarecer este tema de las ideas verdaderas y falsas.
E.II. Prop. XXXII: “Todas las ideas, en cuanto referidas a Dios, son verdaderas.”
E.II. Prop. XXXIII: “En las ideas no hay nada positivo en cuya virtud se digan falsas.”
E.II. Prop. XXXIV: “Toda idea que en nosotros es absoluta, o sea, adecuada y perfecta, es verdadera.”
E.II. Prop. XXXV: “La falsedad consiste en una privación de conocimiento, implícita en las ideas inadecuadas, o sea, mutiladas y confusas.”
E.II. Prop. XXXVI: “Las ideas inadecuadas y confusas se siguen unas de otras con la misma necesidad que las ideas adecuadas, es decir, claras y distintas.”
Desde la prop. XXXII hasta esta última, Espinosa está exponiendo el carácter real del error y su condición de elemento necesario de la realidad. Ello es de la mayor importancia: las pasiones, las ficciones, no serán apariencias; habrá un tratamiento racional de las pasiones.
Toda idea encierra en sí un juicio, es decir, una afirmación o una negación, verdadera o falsa; nuestro espíritu consiste en un sistema de ideas, cada una de las cuales se plantea en virtud de un conatus que le es propio y cuya fuerza varía según la riqueza de la idea.
Hasta en la idea falsa hay algo de positivo, pues lleva en sí un poder de afirmación y/o de negación, y si se supiera que es inadecuada, no se equivocaría uno.
Si la idea inadecuada es falsa, es porque, siendo parcial, separada de la idea verdadera que la explica, se presenta como total. El error no se debe a una mala voluntad ni a un olvido, sino a una debilidad intelectual, a una incapacidad de la idea para ponerse en su lugar vinculándose a la inteligibilidad total del universo.
La conciencia inadecuada de sí mismo y de las cosas es la causa de las pasiones. Nosotros padecemos por ser el hombre una parte del universo, su conatus es limitado por una actividad exterior a él. La esencia del hombre es el conatus, que se manifiesta en él como deseo acompañado de la conciencia de sí.
E.III. Prop. IX: “El alma, ya en cuanto tiene ideas claras y distintas, ya en cuanto las tiene confusas, se esfuerza por perseverar en su ser con una duración indefinida, y es consciente de ese esfuerzo suyo”. Demostración: La esencia del alma está constituida por ideas adecuadas e inadecuadas (como hemos mostrado en la Prop. III de esta Parte), y así (Por la Prop. VII de esta Parte) se esfuerza por perseverar en su ser tanto en cuanto tiene las unas como en cuanto tiene las otras, y ello (Por la Prop. VIII de esta Parte), con una duración indefinida. Y como el alma es necesariamente consciente de su esfuerzo (Por la Prop. VII de esta Parte). Q.E.D.
Escolio: Este esfuerzo, cuando se refiere al alma sola, se llama voluntad, pero cuando se refiere a la vez al alma y al cuerpo, se llama apetito; por ende, éste no es otra cosa que la esencia misma del hombre de cuya naturaleza se siguen necesariamente aquellas cosas que sirven para su conservación, cosas que, por tanto, el hombre está determinado a realizar. Además, entre “apetito” y “deseo” no hay diferencia alguna, si no es la de que el “deseo” se refiere generalmente a los hombres, en cuanto que son conscientes de su apetito, y por ello puede definirse así: el deseo es el apetito acompañado de la conciencia del mismo. Así pues, queda claro, en virtud de todo esto, que nosotros no inentamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque lo juzguemos bueno, sino que, al contrario, juzgamos que algo es bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos.”
El conatus es la afirmación misma de nuestro ser e implica una exigencia indefinida de existencia. Pero, dado que el hombre es también una cosa natural, es necesario que la fuerza constituyente de su ser no pueda desplegarse sin la oposición de las fuerzas infinitamente superiores de otros seres a los que se halla vinculado por leyes necesarias. De esta forma, modificado por la acción de causas exteriores en el sentido cuantitativo, el conatus se transforma en pasión, que es indicio de lo que nosotros experimentamos cuando nuestro espíritu afirma por una idea confusa el aumento o disminución del poder de actuar propio de nuestro pensar o de nuestro cuerpo.
La voluntad y el entendimiento son una y la misma cosa. No existe el libre arbitrio, como ya dijimos anteriormente. E.II. Prop. XLVIII: “No hay en el alma ninguna voluntad absoluta o libre, sino que el alma es determinada a querer esto o aquello por una causa, que también es determinada por otra, y ésta a su vez por otra, y así hasta el infinito.”
E.II. Prop. XLIX: “En el alma no se da nnguna volición, en el sentido de afirmación y negación, aparte de aquella que está implícita en la idea en cuanto que es idea”. Corolario: “La voluntad y el entendimiento son uno y lo mismo”.
La voluntad o libre albedrío no existe, es un modo finito, requiere de una causa que lo determine a producir un efecto, y ésta requerirá otra y así hasta el infinito. De aquí que esa voluntad sea forzada aunque aparentemente establezca decretos: E.III. Prop. II. Esc.: “quienes creen que hablan callan o hacen cualquier cosa por libre decisión del alma, sueñan con los ojos abiertos”.
No conocemos verdaderamente aquello de lo que es capaz nuestro cuerpo, quién sabe lo que puede un cuerpo. E.II. Prop. XIX: “El alma humana no conoce el cuerpo humano mismo, ni sabe que éste existe, sino por las ideas de las afecciones de que es afectado el cuerpo”.
Este conocimiento inadecuado que tenemos de nuestro cuerpo, de nuestro alma y de la realidad es el origen de nuestras pasiones, de que en lugar de actuar padezcamos, seamos afectados.
Alegría y tristeza son las dos pasiones fundamentales de las que se derivan todas las demás. La alegría consiste en pasar de una perfección menor a otra mayor, y, por consiguiente, es una expresión de una expansión de nuestro ser; mientras que la tristeza es el paso de una perfección mayor a otra menor, y, por tanto, es un repliegue de nuestro ser. Las pasiones alegres son siempre buenas, cualquiera que sea su grado, porque son prueba del éxito de nuestro ser; las pasiones tristes son siempre malas, porque son prueba del fracaso de nuestro ser.
En primer lugar, las pasiones son las repercusiones afectivas del conocimiento imaginativo, primer género del conocimiento de las cosas a través de las modificaciones de nuestro cuerpo, que en la terminología de Espinosa abarca tanto al conocimiento perceptivo como al conocimiento por imágenes. Las pasiones se alimentan del conocimiento perceptivo, pues con frecuencia es la presencia de las cosas mismas la que suscita nuestros deseos y aversiones, nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestros amores y nuestros odios. Pero, sobre todo, hay un estrecho nexo entre la vida de las pasiones y la imaginación. Las leyes de la asociación de ideas regulan las fluctuaciones de la imaginación, determinan también las vacilaciones del alma que son para los sentimientos lo que la duda es para la imaginación, y explican la ambivalencia de los sentimientos. Además, en la medida en que la imaginación desborda el presente en que se desarrolla nuestro destino y suscita en nuestro espíritu imágenes de cosas pasadas y futuras, multiplica nuestras pasiones refiriéndose a seres fantasmagóricos e ilusorios.
En segundo lugar, las pasiones nos apartan de nosotros mismos, de los demás y de Dios. De nosotros, porque el hombre que padece actúa realmente por lo que le falta y no por su ser positivo. No acciona diríamos, sino que reacciona, es un ser reactivo, es un ser reactivo. Hay aquí una anticipación de Nietzsche, de sus fuerzas activas y reactivas. Si el hombre actúa así se aleja de los demás también. El hombre debe actuar por su ser positivo, es decir, por el poder de Dios expresado en su propia naturaleza. Las pasiones nos hacen a unos enemigos de otros. Nos alejan también de Dios, porque, aun cuando todos los hombres dependen de Dios y en él viven sin embargo, en la medida en que, agitados por las pasiones son incapaces de separar lo que en sí mismos -cuerpo y alma- proviene de su propia actividad, de aquello que se debe a la acción de las causas exteriores, ignoran a Dios como principio de la existencia e inteligibilidad de las cosas y, por consiguiente, también como fundamento de su ser en lo que tiene de propio y auténtico.
Vivir bajo el régimen de las pasiones es vivir bajo el régimen de la servidumbre, consecuencia necesaria de la rivalidad natural de los conatus. Pero el hombre puede liberarse.
El hombre se libera por medio del conocimiento intelectual. Se trata del conocimiento del segundo y del tercer género que constituyen el camino y el término de la liberación del hombre respectivamente. El conocimiento del segundo género, designado en la “Ética” por la palabra “razón” es conocimiento por “nociones comunes”, principios de la física (extensión, movimiento y reposo) y por las ideas adecuadas que de ellas se derivan. Este conocimiento es la ciencia misma considerada en su dinamismo interno intelectual. Liberado de la influencia de la imaginación, se halla próximo por su objetividad al conocimiento que Dios tiene de las cosas. Por otra parte, si va acompañado de certeza, no es debido a su indubitabilidad -pues la certeza no es ausencia de duda, sino idea de la idea verdadera- sino porque este conocimiento es norma de sí mismo y de lo falso. Y es norma de sí mismo porque, si uno se coloca en el punto de vista del entendimiento de Dios, las esencias objetivas, lo que existe a título de idea, y las esencias formales, lo que les corresponde en las cosas, son idénticas en cuanto a estructura y a su dinamismo interno, y al mismo tiempo, debido a la unidad de Dios, su encadenamiento es rigurosamente el mismo; y norma del error, porque las ideas adecuadas, ideas totales y totalizantes, denuncian por la superioridad de su fuerza de afirmación, la pretensión de las ideas inadecuadas de erigirse en ideas totales y las ponen en el sitio que les corresponde.
El conocimiento verdadero pone de relieve la “luz natural”, pero la luz del espíritu -debido al conatus de las ideas adecuadas- es también fuerza y esta fuerza, regeneradora y salvadora, nos hace pasar del régimen de la pasión al régimen de la virtud. La virtud es la excelencia en la conservación de sí mismo. Cuando estamos sometidos a las pasiones, nuestro conatus sufre la ley de las causas exteriores y nuestra vida se halla así disminuida. Vivimos bajo el régimen de la virtud, cuando actuamos libremente, conservándonos a la luz de la razón y tomando conciencia, por una comprensión adecuada de todas las cosas, de aquello que positivamente somos, independientemente de las fuerzas extrañas que nos asalten y atraigan de todos los lados. La virtud es la verdadera vida. Ser virtuoso es ser feliz, obrar bien y vivir bien. Ahora bien, dado que la virtud es la manifestación en la vida práctica del conocimiento adecuado, se comprende cómo puede vencer las pasiones sin reducir lo que en ellas hay de positivo. Del conocimiento verdadero nacen deseos que pueden superar los deseos que nacen de las ideas inadecuadas, pero si la negación que la pasión lleva consigo es reducida a la luz de la razón, lo que en ella hay de dinámico subsiste en la afección que nace de la razón. La virtud es salvadora, nos une a nosotros mismos, ya que el hombre virtuoso se ama auténticamente, al amar lo que constituye el principio de su poder; a los demás, ya que busca el conocimiento verdadero, accesible en toda su plenitud a todos los hombres; y a Dios, pues el conocimiento verdadero, que concibe a las cosas en su relación con Dios, implica necesariamente el conocimiento de Dios.
La virtud tiene grados. Grados de poder del alma, de fuerza debida al conocimiento verdadero.
La virtud nacida del segundo género de conocimiento es un aumento del poder. Pero esto no es poder en el sentido absoluto de la palabra. Sonlos deseos de la razón, nacidos de la razón. Sólo una pasión surgida de la razón puede enfrentarse con las pasiones surgidas de las ideas adecuadas y además ha de ser más fuerte que ellas. E.IV. Prop. I: “Nada de lo que tiene de positivo una idea falsa es suprimido por la presencia de lo verdadero en cuanto verdadero.” E.IV. Prop. VII: “Un afecto no puede ser reprimido ni suprimido sino por medio de otro afecto contrario y más fuerte que el que ha de ser reprimido.” E.IV. Prop. XIV “El conocimiento verdadero del bien y del mal no puede reprimir ningún afecto en la medida en que ese conocimiento es verdadero, sino sólo en la medida en que es considerado él mismo como un afecto.” Los deseos de la razón, aun cuando sean afecciones activas, fuerzas que se afirman, pueden, sin embargo, ser contrariados por otros deseos que nacen de las pasiones que nos dominan. La razón denuncia la pasión, pero el peligro de una recaída, de una revancha de la pasión es siempre posible. E.IV. Prop. XV.: “El deseo que surge del conocimiento verdadero del bien y del mal puede ser extinguido o reprimido por otros muchos deseos que brotan de los afectos que nos asaltan.”
El conocimiento de tercer género progresa desde la esencia formal de ciertos atributos de Dios hasta el conocimiento adecuado de las esencias de las cosas consideradas como esencias activas (essentiae actuosae), en su singularidad y eternidad. E.II. Prop. XL. Esc. II: “En virtud de lo antedicho, resulta claro que percibimos muchas cosas y formamos nociones universales: primero, a partir de las cosas singulares, que nos son representadas por medio de los sentidos de un modo mutilado, confuso y sin orden respecto del entendimiento (ver Corolario de la proposición XXIX de esta parte): y por eso suelo llamar a tales percepciones “conocimiento por experiencia vaga”; segundo, a partir de signos; por ejemplo, de que al oir o leer ciertas palabras nos acordamos de las cosas y formamos ciertas ideas semejantes a ellas, por medio de las cuales imaginamos esas cosas (ver Esc. de la Prop. XVIII de esta Parte.). En adelante, llamaré, tanto al primer modo de considerar las cosas como a este segundo, “conocimiento del primer género”, “opinión” o “imaginación”; tercero, a partir, por último, del hecho de que tenemos nociones comunes e ideas adecuadas de las propiedades de las cosas (ver Corolario de la Prop. XXXVIII; Prop. XXXIX con su Corolario, y Prop. XL de esta Parte); y a este modo de conocer lo llamaré “razón” y “conocimiento del segundo género”. Además de estos dos géneros de conocimiento, hay un tercero -como mostraré más adelante-, al que llamaremos “ciencia intuitiva”. Y este género de conocimiento progresa, a partir de la idea adecuada de la esencia formal de ciertos atributos de Dios, hacia el conocimiento adecuado de la esencia de las cosas.” Conocer intuitivamente una cosa es conocer inmediatamente y sin intermediarios la esencia singular de una cosa en su relación directa con la esencia inmutable e infinita de Dios; conocerla tal cual Dios la conoce en sí misma, independientemente de las modificaciones que sufre por la acción de las causas exteriores y extrañas a su naturaleza.
Vamos a tratar de explicar esto citando al propio Espinosa: E. V. Prop. XXIX: “Nada de lo que el alma entiende desde la perspectiva de la eternidad, lo entiende en virtud de que conciba la presente y actual existencia del cuerpo, sino en virtud de que concibe la esencia del cuerpo desde la perspectiva de la eternidad.”
E. V. Prop. XXXI: “El tercer género de conocimiento depende del alma como de su causa formal, en cuanto que el alma misma es eterna.”
E. V. Prop. XXXVI: “El amor intelectual del alma hacia Dios es el mismo amor con que Dios se ama a sí mismo, no en cuanto Dios es infinito, sino en la medida en que puede explicarse a través de la esencia del alma humana, considerada desde la perspectiva de la eternidad, es decir, el amor intelectual del alma hacia Dios es una parte del amor infinito con que Dios se ama a sí mismo.”
Cuando en lugar de estar unido directamente a los modos, sin tener conciencia de su unión inmediata con Dios, yo me capto en mi pureza en cuanto Dios se expresa solamente en el conatus que me define, alcanzola perfecciónen el amor a mí mismo, que es a la vez un retorno a sí y un retorno a Dios, en cuanto es amor de sí, acompañado de la idea de Dios como causa. La ciencia intuitiva de Dios es amor Dei intellectualis. Ser libre es coincidir con Dios mismo y sentir en él nuestra propia eternidad. E. V. Prop. XXIII: “El alma humana no puede destruirse absolutamente con el cuerpo, sino que de ella queda algo que es eterno.” El bien consiste en seguir la razón y quien busca el bien propio busca el bien común, E. IV, Prop. XVIII, Esc.: “nada es más útil al hombre que el hombre; quiero decir que nada pueden desear los hombres que sea mejor para la conservación de su ser que el concordar todos en todas las cosas, de suerte que las almas de todos formen como una sola alma, y sus cuerpos como un solo cuerpo, esforzándose todos a la vez, cuanto puedan, en conservar su ser, y buscando todos a una la común utilidad; de donde se sigue que los hombres que se gobiernan por la razón, es decir, los hombres que buscan su utilidad bajo la guía de la razón, no apetecen para sí nada que no deseen para los demás hombres, y, por ello, son justos, dignos de confianza y honestos”.
E. IV. Prop. XXXV: “Los hombres sólo concuerdan siempre necesariamente en naturaleza en la medida en que viven bajo la guía de la razón.”

El hombre experimenta una gran alegría cuando comprende clara y distintamente las propias pasiones y conoce verdaderamente las cosas conociendo a Dios. Cuanto más conocemos las cosas más conocemos a Dios. El amor intelectual de Dios es la alegría que nace de la conciencia del amor con que Dios se ama a sí mismo. El hombre es libre si piensa con claridad y distinción, si lo hace con la razón y por supuesto, si lo hace con la intuición. Esto le conduce a superar sus pasiones, el estado de esclavitud en el que queda encadenado por los afectos. Esto culmina en la beatitud. Así, el que ha logrado esa libertad, el sabio, no tiene que pensar en la muerte. El amor intelectual de Dios considera las cosas sub aespecie aeternitatis. Este amor es Beatitudo, pues la alegría que va unida al amor con que Dios se ama a sí mismo no es ya el paso de una perfección menor a ora superior, sino gozo de la perfección misma. Es inmortalidad del alma, pues yo sé que lo que en mí perece después de la muerte es solamente aquello que depende del estado de mi cuerpo en cuanto se halla sometido a las condiciones exteriores, y que, en cambio, mi esencia singular, comprendida en los atributos de Dios, escapa a la prueba del tiempo y subsiste eternamente. Es libertad, pues unido a Dios, yo existo como él por la sola necesidad de mi naturaleza. Es gloria, alegría suprema que el hombre experimenta al darse cuenta, en su unión con Dios, de la participación que tiene en el poder de Dios, con el cual éste manifiesta su presencia en el mundo. Añadamos también que al tomar conciencia de mi esencia singular, tal como es en sí misma, sé también que mi espíritu, en cuanto comprende, forma parte de un sistema de esencias singulares, que constituye el entendimiento infinito de Dios o, dicho de otra forma, que el acuerdo de los entendimientos se realiza en la unidad del entendimiento infinito de Dios.

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