Basura, basura, basura
ESTAMOS YENDO…
Se fueron las moscas, el frío
las alejó de la podredumbre
de una ciudad vacía de anhelos.
La costumbre sucumbía en las cloacas
porque no había modales
que contuvieran la codicia.
Mientras, en las calles,
sombras grotescas paseaban las aceras
que el cemento despejó de flores.
La vida transcurría entre muertos
asesinados por tifones hambrientos de excusas.
En las esquinas los altavoces vomitaban consignas:
“estamos yendo a la debacle, no se mueva, no piense,
no vale la pena levantarse cada día con la inocencia en los ojos
y el deseo en las manos para construir futuro.”
Habían convertido la cultura en cosa de bonanza
y no estaban los tiempos para despilfarros
tenían que ahorrar en salud porque la Danza de la muerte
se había instalado nuevamente en sus vidas
y si los goces mundanos sucumbían finalmente a la Parca
era superfluo pretender algo más allá de lo cotidiano.
Pero el era un hombre.
La dignidad de sus antepasados
le impedía sucumbir al desánimo.
Se lavó las manos, afiló los lápices del escritorio,
trituró en el mortero algunas cochinillas
y decidió pintar su mundo de rojo pasión.
Pilar Rojas