Bath, Aquae Sulis, Stonehenge

Publicado el 18 octubre 2016 por Ptolomeo1

Un autobús hasta Wells con parada frente a la abadía de Glastonbury fue la primera etapa de nuestro traslado hacia Bath: casi inmediatamente abordamos el segundo transporte que nos condujo a través de la campiña inglesa hacia esta próspera ciudad de ensueño.

Bath es la única que ostenta en Inglaterra el galardón otorgado por UNESCO que la designa Patrimonio de la Humanidad y no es para menos, porque conserva unas magníficas termas romanas en una geografía espectacular, a las que se ha adunado una abadía bellísima para conformar un centro de la ciudad tan particular como fascinante.

Bath fue designada ciudad por un decreto de la reina Isabel I en el año 1590, cuando comenzó a atraer a los aristócratas debido al poder curativo de sus aguas termales. A partir de allí experimentó un considerable desarrollo arquitectónico dada la necesidad de alojar a sus cada vez más numerosos visitantes; fue erigido el Theatre Royal, uno de los más importantes de Inglaterra, y las propiedades se unificaron con el tono de la piedra color amarillo pálido extraída de las minas cercanas en el estilo georgiano que aún hoy es característico.

Actualmente Bath es un importante enclave turístico visitado por gran cantidad de personas que se desplazan entre exquisitos comercios gastronómicos, negocios de indumentaria y diseño, parques y puentes soñados e historia y tradición. Cuenta con una amplia terminal de ómnibus, universidad y establecimientos hoteleros que, pese a su cantidad, hay que reservar con tiempo debido al flujo de visitantes que recibe la ciudad, sobre todo los fines de semana.

Nosotros nos alojamos en los apartamentos Saco y una vez instalados nos dirigimos hacia la abadía, una de las últimas catedrales góticas construída en el país en el año 1499. Actualmente es un monasterio benedictino y un templo anglicano que permite al visitante escuchar la magnífica música coral que resuena en el interior.

La escalera de los ángeles que se encuentra en el ala oeste debe su diseño al obispo Oliver King, quien solía soñar con estos alados mensajeros y retribuyó la inspiración que le brindaban inmortalizando sus figuras en el sitio donde llevaba a cabo su misión. La abadía cuenta con dos órganos y un campanario que resuena sobre la ciudad, situado en la torre a la que se puede acceder; paredes y pisos se encuentran cubiertos por escudos, estatuas y bóvedas que se remontan a varios siglos, iluminados por los vitrales situados en todas las fachadas que la dotan de una luminosidad sobrenatural.

Aquae Sulis

Cuando los voraces romanos arribaron a Bath encontraron un enclave celta en el que sus habitantes rendían tributo a la diosa Sulis, que los conquistadores identificaron con Minerva y era la deidad protectora de la fuente termal. Sin embargo, los romanos denominaron Aquae Sulis al lugar respetando el nombre de la diosa de los antiguos habitantes, y construyeron un complejo para utilizar los beneficios de las aguas termales así como un templo dedicado a Minerva.

Si bien el santuario se construyó entre los años 60 y 70 la complejidad de la obra para utilizar las aguas demandó 300 años, ya que se necesitaron cimientos sólidos y la preservación de la fuente termal antes de erigir un vestuario y tres salas con distinta graduación de la temperatura del agua: frigidarium, templarium y caldarium.

Hasta aquí llegaban los enfermos desde lejanas tierras con la esperanza de encontrar alivio a sus males al sumergirse en las aguas benditas de Sulis Minerva. La piscina central, que se encontraba techada, era también lugar de encuentro y espacio para concertar negocios, pero el baño no tenía sólo el sentido de limpieza del cuerpo, sino que era una ceremonia de naturaleza espiritual debido a la presencia omnipresente de la diosa, cuya dorada cabeza fue habida entre las ruinas y puede observarse preservada en el interior del museo.

El edificio construído por los romanos así como el templo se deterioraron luego de la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V hasta que en el siglo XII el obispo procuró recuperar parte de la obra romana, pero no fue hasta el siglo XVII que el arquitecto John Wood emprendió la reconstrucción. Actualmente se puede visitar Sacred Spring, la fuente considerada sagrada donde el agua fluye a 46 grados y el Gran Baño o piscina rodeada de una galería con pórticos. El museo conserva restos del templo romano entre los que se encuentra una talla de Medusa que adornaba una columna con un pequeño búho en su extremo inferior derecho, ave consagrada a la venerada diosa Minerva.

Stonehenge

Centro ceremonial, enclave de culto druida, cementerio o lugar de veneración de ancestros: los arqueólogos no se ponen de acuerdo respecto del significado de Stonehenge, el círculo de piedra que se remonta a 5000 años atrás, que fue abandonado unos 1500 años después y que aún se erige, en parte, en la verde campiña inglesa.

Una hora en autobús separa Stonehenge de Bath; una vez allí, se puede optar por visitar primero el círculo pétreo y luego la exposición o viceversa: optamos por ver primero el monumento megalítico con buen tino, porque al regreso fue un alivio refugiarnos en el centro de recepción dada la lluvia persistente y fría que caía sin cesar.

Monolitos de piedra rematados con dinteles formaban un círculo exterior que contenía otro círculo interior de elementos pétreos que pesaban 16 toneladas en el caso de las piedras más grandes y 3 en el caso de las pequeñas, sarsen y bluestones respectivamente, que necesitaron de un complejo sistema de traslado. En medio del círculo una herradura también de piedras, que culminaba con la inclusión de la Piedra del Altar, la Piedra del Sacrificio y la Piedra Talón, esta última aún en pie.

Existe consenso en que Stonehenge fue erigido con la intención de alinear el monumento con el movimiento solar, posiblemente para llevar a cabo festivales o ritos relacionados con la Naturaleza. Pero al descubrir restos humanos enterrados en las cercanías la asociación con el culto a la muerte no pudo soslayarse, entonces para los expertos cabe la posibilidad que el significado hubiera mutado con el curso de los siglos, habida cuenta del tiempo transcurrido desde su construcción hasta el abandono.

Hoy configura un sitio de visita y también de meditación, sobre todo en épocas de solsticio cuando la alineación del monumento con el astro aún puede observarse. A la fecha Stonehenge sigue conservando su carácter misterioso: la humanidad no ha podido, pese a las herramientas que brindan la ciencia y la tecnología, descubrir la razón oculta que motivó a aquellos lejanos ancestros.