Revista Literatura

Bécquer: el poeta de los sueños azules.

Publicado el 17 febrero 2012 por Marga @MdCala

Tal día como hoy, hace 176 años, nació en Sevilla la Poesía con nombre propio e indiscutible. Tal día como hoy, nació en Sevilla Gustavo Adolfo Bécquer. Esta noche, y en los alrededores del Parque de María Luisa, servidora tendrá el placer de asistir a la presentación a los medios de la que será una magnífica exposición de todas las artes, en su honor, cuando la primavera se asiente en nuestra ciudad natal, allá por los finales de mayo. En ese momento, también estaré invitada a participar con mi escritura. Osada que es una.

Mientras tanto, le recordaremos con algunas de sus maravillosas Rimas. Espero que mi trabajo para la futura ocasión, esté a la altura de las exigentes circunstancias.

Seguiremos informando…

RIMA XIII

Tu pupila es azul, y cuando ríes,
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.

Tu pupila es azul, y cuando lloras,
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.

Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea
me parece, en el cielo de la tarde,
¡una perdida estrella!

RIMA XVI

Si al mecer las azules campanillas
de tu balcón,
crees que suspirando pasa el viento
murmurador,
sabe que, oculto entre las verdes hojas,
suspiro yo.

Si al resonar confuso a tus espaldas
vago rumor,
crees que por tu nombre te ha llamado
lejana voz,
sabe que, entre las sombras que te cercan
te llamo yo.

Si se turba medroso en la alta noche
tu corazón,
al sentir en tus labios un aliento
abrasador,
sabe que, aunque invisible, al lado tuyo
respiro yo.

RIMA XIV

Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura, orlada en el fuego,
que flota y ciega si se mira al sol.

Adondequiera que la vista clavo,
torno a ver tus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti; que es tu mirada:
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir;
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos
pero a dónde me arrastran, no lo sé.


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