La primera vez que visité Berlín fue como colofón a un viaje a Austria, Budapest y Praga, en 1993, cuatro años después de la caída del Muro.
En esa época, lo que había sido el centro del Berlín libre, la Ku-damm, mantenía el señorío de tantos años de ser el centro de la ciudad que conocíamos los occidentales, con sus cafés, sus grandes almacenes y los restos de la iglesia memorial Kaiser-Wilhelm, imagen viva de los desastres de la guerra (sea fría, tibia o caliente), así como los Zoologische Garten, y su estación de ferrocarril Berlin-Zoo, que durante la partición fue la estación principal de Berlín Occidental.
Durante los noventa estuve alguna vez en Berlín por motivos de trabajo, pero fue en Agosto de 2006 cuando volví de turista auténtico, de bermuda y gorra. Con mis dos sobrinos nos dimos una vuelta por (uno) de los grandes triángulos alemanes: Köln, Berlin y Munich. Alquilamos un Mercedes Clase C (Alemania obliga) y recorrimos más de dos mil kilómetros por la nueva Alemania.
Visitamos, obviamente, los lugares emblemáticos del Berlín de siempre. Pero el antiguo Berlín Occidental me pareció que había caído en una cierta decadencia. Desde la reunificación, las inversiones en la nueva construcción del antiguo Berlín Este se llevaron todos los caudales a crear una nueva Postdamer Platz, a convertir la Päriser Platz (a espaldas de la Puerta de Brandenburgo, en el inicio de la avenida Unter den Linden) en una gran plaza turística y comercial, y en despojar a la Alexanderplatz y las grandes avenidas del Este de su sobriedad socialista. Básicamente, la Ku-damm seguía siendo igual que en 1993, sólo que trece años después.
Una de las nuevas atracciones del Berlín contemporáneo es la nueva Estación Central del Ferrocarril (la Berlin Hauptbanhof), construida enteramente en acero y cristal, sobre una antigua estación del suburbano. Realmente impresionante, especialmente por el concepto que ya tienen actualmente todas las grandes estaciones de nuevo cuño. Más que estación, se trata de un gran Centro Comercial, por donde circulan trenes. Y son los trenes los que atraen diariamente a miles y miles de clientes potenciales. Creo que, con posterioridad a nuestra visita, una poderosa tormenta produjo algunos desperfectos en su armazón, y desprendió cristales y demás. Confío que fueran desperfectos menores, porque la obra es una maravilla. Dispone de varios niveles de circulación ferroviaria, que en algunos casos se cruzan a noventa grados, creando las grandes orientaciones Norte-Sur y Este-Oeste. Y, claro, cientos de tiendas, restaurantes y toda clase de servicios, tanto para los commuters como para los viajeros de largas distancias o los turistas ocasionales.
Una tarde tuvimos la curiosidad de visitar la zona de Oranienburger Strasse, donde está la llamada Nueva Sinagoga, que se construyó en Berlín a mediados del siglo XIX. La tarde se nos puso negra, y empezó a notarse el aire muy cargado, amenazando tormenta. Hasta que se abrieron definitivamente los cielos, y cayó la del pulpo (Paul, claro). Tuvimos que refugiarnos, para evitar la intensísima lluvia, en el dintel de un portal, donde los tres cabíamos malamente. Hasta que salió un vecino por el portal, y nos invitó a guarecernos en el interior. Sacamos la conclusión, por algunos datos que pudimos ver en el tablón de anuncios, que se trataba, probablemente, de una o varias viviendas para estudiantes extranjeros, ignoro si de obediencia judía o no.
Por supuesto, visitamos también la Puerta de Brandeburgo, y el monumento anexo dedicado al Holocausto judío. De nuevo practiqué mi vicio del zoom, y hoy me ha permitido identificar de nuevo una premonición, que en ese momento nos pasó desapercibida. Vista de frente, desde Tiergarten, en lo alto hay una cuádriga. Pero los que tiran del carro son, en realidad, Puyol, Sergio Ramos, Xabi Alonso y Piqué. La tosca edición es mía, y la foto de los cuatro de www.marca.com
Habitualmente, el turista se regodea en el pasado de los destinos que visita. Es la famosa predilección del turista medio por la piedra vieja. Espero haber ilustrado que, con una mirada nueva y atrevida, también se puede participar, en algunas ocasiones, de su futuro.
Auf wiedersehen, Deutschland. Sólo les queda la última humillación de ganar la Final de Consolación a Uruguay. Es muy cruel perder la semifinal, y no poderse ir a casa a llorar.
¡¡¡Aúpa la Roja!!!
JMBA