Despacio..., seguía avanzando hacia el centro de los pasillos, a escasos pasos de ella, ya las sombras engullían los primeros estantes repletos de libros, su instinto le hacía caminar cada vez más lentamente.
Prestar atención a cualquier sonido que le llegase de su alrededor.
Observar la penumbra, e intentar estar alerta a cada movimiento, que le pudiese llegar más allá del límite, de unos pocos centímetros....
El cuadro de luces estaba a unos quince metros por delante de ella, detrás de un laminado móvil, que lo cubría, para disimularlo en la decoración, de la pared del fondo de la sala. Diez, nueve..., le parecía imposible atravesar aquella zona de oscuridad,los enormes ventanales laterales que se abrían al exterior y que dejaban pasar el fugaz brillo de las farolas del parque, quedaban ocultos por las extensas filas paralelas de estantes, con los diferentes libros. La puerta se encontraba detrás de ella, junto a las mesas de lectura y su propio escritorio. En otro mundo, uno real de claridad y sin espectros.
Se obligó a seguir avanzando, un paso más y su silueta ya carecería de sombra..., todo a su alrededor serían sombras.
Por qué no había cogido la linterna – pensó – o un encendedor de los varios que todavía olvidaba la gente. Estiró el cuello para intentar ver en la negrura, alargó ambos brazos y comenzó a caminar como una ciega, una sonámbula entre los libros.
Algo parecido a un suspiro, un soplo, la detuvo en seco. Le erizo el vello. La hizo estremecer y sin poder controlar su inquietud exclamo .- ¿Hay alguien ahí?.¡La biblioteca esta cerrada!. ¡ Llamaré a seguridad si no se va inmediatamente !.
Otro suspiro, quizás como una risilla floja, fue la respuesta. El pánico atenazó su lengua, solo pudo gritar y lo hizo sin control, desesperadamente, al tiempo que retrocedía , dirigiéndose a la puerta de entrada, sintiéndose acechada, cada paso más cerca de su espalda…, rozando sus cabellos, susurrando su nombre.