Bicéfala
Y además nos hace daño cuando nos mira. Sus ojos cavernosos emanan el odio, la avidez de sufrimiento ajeno. Resulta muy difícil escaparnos de su poderosa influencia y a veces dudamos de todo. Sentimos que la energía negativa que nos lanza consigue menguar la nuestra. La positiva. Pero aún nos queda mucha, y lo bueno es que él duerme a veces, sin levantarse de esa silla desde la que nos vigila, pero duerme. En cambio nosotras no, bueno, no del todo. Mientras que una descansa, la otra está en guardia.
Torcuato González Toval