Me dijo un alba de la primavera: Yo florecí en tu corazón sombrío ha muchos años, caminante viejo que no cortas las flores del camino.
Respondí a la mañana: Sólo tienen cristal los sueños míos. Yo no conozco el hada de mis sueños; ni sé si está mi corazón florido.
Pero si aguardas la mañana pura que ha de romper el vaso cristalino, quizás el hada te dará tus rosas, mi corazón tus lirios.
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
—recordé—, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
RENACIMIENTO
Galerías del alma... ¡El alma niña! Su clara luz risueña; y la pequeña historia, y la alegría de la vida nueva... ¡Ah, volver a nacer, y andar camino, ya recobrada la perdida senda! Y volver a sentir en nuestra mano aquel latido de la mano buena de nuestra madre... Y caminar en sueños por amor de la mano que nos lleva.
*
En nuestras almas todo por misteriosa mano se gobierna. Incomprensibles, mudas, nada sabemos de las almas nuestras. Las más hondas palabras del sabio nos enseñan lo que el silbar del viento cuando sopla o el sonar de las aguas cuando ruedan.
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Antonio Vivaldi: Le quattro stagioni: La Primavera