Naci en provincia en un lugar donde solo vivían 7 familias cuando mis padres se asentaron ahi.
Cocoyoc, una palabra Nahatl que según dicen significa lugar de coyotes, yo nunca he visto uno y como dicen que Coyoacán es el verdadero lugar de Coyotes, siempre desconfié. Hace poco encontré un diccionario Nahuatl que decía que Cocoyoc en realidad viene de la palabra cocoyotl que significa lugar de luciérnagas.
Así, en este lugar de luciérnagas e insectos venenosos, siempre soñé con mudarme a un lugar donde hubiera más variedad de seres humanos y más diversidad de pensamiento.
La decisión de mudarme posiblemente haya sido de las más importantes que haya tomado en mi vida, aunque de cualquier forma hubiera tenido que mudarme porque en Cocoyoc no hay universidades, mudarse a otro país y a otro continente probablemente fue algo drástico, sin embargo guardo amorosamente las infinitas postales del viaje a Europa de mi prima. Hablaba de castillos y catedrales medievales, relojes extraños de Praga y algo que me fascino las cositas escondidas de los callejones de Barcelona, “es una ciudad mágica” me dijo y yo deseé conocer este otro mundo con todas mis fuerzas.
Así que aquí estoy. En un momento de la vida donde la incertidumbre es el líquido vital que circula por las venas de mis días.
Me he licenciado en Bellas Artes en un momento también de incertidumbre para Barcelona, sin embargo por alguna cuestión tal vez la estrella burlona que flota sobre mi cabeza y que ha hecho que desde que tengo memoria haya tenido que manejar circunstancias adversas a mis deseos me ha vuelto una persona extremadamente necia (en los debates) y extremadamente luchadora y paciente (en aquellas cosas que no se me facilitan). Estoy acostumbrada a que me digan que no y posiblemente por aquella vieja costumbre me he vuelto contreras. ¿Porqué no? Me gusta romper afirmaciones.
Y aunque me derrumbo constantemente creo que los años me han dejado una capacidad de auto curación a las heridas que deja la frustración, de resistir a mi propia naturaleza impaciente y veloz.
Otro factor decisivo (y más que decisivo perenne como ninguna otra cosa) ha sido el dibujo, que comenzó como los típicos muñecos de palitos y bolitas sobre mis apuntes de la escuela. Soy hija de una diseñadora gráfica que soñaba con estudiar arte y nieta de un doctor que balanceaba su amor entre la pintura y la medicina. Con estos antecedentes creo que es natural crecer con la pasión por construir imágenes, porque las imágenes se nutren de vida y es aquí donde entra el papel más importante del creador, que es quien elige una historia o un discurso para que éste sea más visible, para que adquiera otro cuerpo con la gráfica, que finalmente es un idioma universal.
También, tengo un amor escondido que se llama escribir y me gusta tanto que he decidido protegerlo del corset que es a veces la formación y dejarlo así, agreste y sencillo.
Es fácil adivinar que dados esos dos amores la rama con la que me siento más identificada es la ilustración, sin embargo mi afición por los libros y los manuales de diseño gráfico me han llevado a dejar mi estantería sin espacio y a tener ese placer secreto por el diseño editorial y los logotipos. No me atrevería a auto denominarme diseñadora gráfica pues seguramente sería víctima de un linchamiento por parte de todas esas personas que se han pagado una escuela de diseño y comprenden el rigor tipográfico, pero creo que a veces hay un lugar donde el rigor y la formalidad pueden romperse un poco para dar parte a un diseño mucho más lúdico y ligero. Ahí estoy yo.