#bliteotwpr*

Publicado el 13 junio 2011 por Adrover

Eleutherodactylus nekros**

El colapso de lo que se entiende por civilización hoy día, ya sea a nivel local o global, me parece posible - por no decir probable. No soy muy bueno con el discurso del optimismo, lo sé, pero es que todos los signos apuntan a ello – al colapso. No profeso sentir el peso de una macacoa colectiva en mis hombros, pero es que la piña está agria y sin moña, puñeta: El Chuchin, Wikileaks, revoluciones democráticas, Maripily, Rivera Schatz, Wanda Rolón, la llegada de Krispy Kreme a Puerto Rico, el cambio climático, personas que se supone no se hayan graduado de escuela superior - pariendo hijos a to' lo que da, la "labor periodística" de Primera Hora , Justin Bieber, el triunfo de Obama, la muerte de Osama, la beatificación de Juan Pablo II, la impunidad de los curas pederastas, el Premio Nobel a Vargas Llosa, las aceleraciones del Large Hadron Collider, la saga de Twilight, el régimen fortuñista...
El absurdo que me rodea amenaza con desembocar en una masiva reyerta - una suerte de amorfa y desorganizada guerra civil insular - en donde todo el mundo esté harto del cagaero que se vive en esta isla. Finalmente y sin tapujos, llegará un momento en que no se soporten los unos a los otros, conscientes del inminente aborto de la nación. Nadie temerá llevar más allá el desdén que sentimos por el mero hecho de compartir el mismo tiempo y espacio. Los boricuas se unirán en una causa común, pero, paradójicamente, para destruirse. Guaynabitos, penepés comelones, oportunistas e inescrupulosos, populares envenenados de jaibería muñocista y neo-nacionalista, independentistas cegados con anacronismos románticamente ideológicos, cochofles con dubis, desperate housewives con carteras Coach, golfistas con juris doctors, fiebrús con GED's, pequeños burgueses de clase media baja - con neveras vacías e infladas hipotecas, cuponeros que endosan a Santini, melones, uvas, católicos comemierdas, lectores del Nuevo Día, lectores de El País, estudiantes interpelados, policías con micropenia y priapismo, evangélicos fundamentalistas, en fin, todos los boricuas tirándose los carros en la calle, matándose - como en el Ensayo Sobre la Ceguera  de Saramago -; hartos del mierdero en el cual nos hemos revolcado por siglos. Nunca tuve claro qué evento pudiera desatar dicho sancocho de antagonismos; pero hay un hecho casi objetivo: Puerto Rico no tiene su propia infraestructura agrícola, y por ende, en una emergencia, Dios nos gualde, podemos morir de hambre.
¿Quién [Qué] arrancará de nuestras bocas el pezón gringo?. Una pregunta que me cagaba bien cabronamente. Aun así, la macabra posibilidad la veía bien lejos - décadas en el futuro. Estaba convencido de que, aunque trabajaba en un part-time a salario mínimo, en algún momento iba a dar un palo, y entonces tendría la torta suficiente para poder irme pal carajo, agarrar mis libros, mi esposa, y así evadir la inevitable apoteosis de la puertorriqueñidad...
Pero hoy me levantó un denso olor a carne podrida. Por un momento pensé: "...se jodió la nevera y se me dañó la compra que hice ayer, puñeta. Tuvo que haber sido un fucking apagón, y la AEE no me va a dar ni un chavo." Me levanto de la cama, y de camino al baño a lavarme la boca, escucho un grito que da cuenta de lo que significa la palabra gutural. Uno está tan envuelto en la cotidianidad, que un grito como ése es fácilmente despachado como "un nene jodiendo con que no quiere ir a la escuela o al campamento de verano." Termino de lavarme la boca, y casi arrastrándome, me dirijo a la cocina con la certeza de encontrar mis churrascos proletariados y pollo Great Value podríos. El freezer estaba funcionando perfectamente. Por la ventana de la cocina entraba entraba la peste. Vi el plumacho de Capeco - por dicha ventana - hace casi dos años.
Hoy vi decenas de 'personas' -hombres, mujeres, niños - vestidos como si fueran para la Iglesia. Estaban emperifolla'os. Pero la piel se desprendía de sus caras. Algunos no tenían quijadas, muy pocos tenían todos sus dedos, y ninguno de ellos tenían ojos. La ropa no era de domingo. Eran las últimas piezas que vistieron sus cuerpos; una última gestión cosmética - un último reclamo de dignidad. Nunca antes el miedo me había provocado el vómito. No podía seguir mirando, pero ya era tarde. Retirar la mirada no aniquila el hecho de que ahora, después de haberlos visto, les oía decir:  "Aaaaayyyy, Aaaaaaaaaayy Bendiiitooo..." ¿Qué carajos está pasando? ¿Por qué huele a Haití días después del terremoto del 2010?


Notas:
*Sé que mientras hay cientos de miles de zombirriqueños comiéndose los unos a los otros, es posible que si queda un sólo puertorriqueño humano allá afuera, y está leyendo ésto, piense: "Este tipo es un pelú fupista que se quiere pautar en Twitter - una especie de Ojeda de la blogósfera boricua."
**Foto por Miguel Adrover Lausell con Instagram. Mi gestión es este blog es considerablemente ingenua (naive). Si cumple con el fin de satisfacer una necesidad, la de pensar. Se espera un intercambio de ideas, a la luz de temas discutidos en las artes literarias, filosofía, actualidad, ciencias, etc.