Todo esto es para explicar un poco el día fallero o como yo veo las fallas, mejor dicho. Una de las primeras veces, bueno, la primera vez que recuerdo haber ido a las fallas, ya que conciencia y tal, fue hace unos cinco años más o menos, ya que por ese entonces también estudiaba en Benicarló y los compañeros de clase dijeron de hacer una cena y luego ver las fallas y dar una vuelta. La verdad es que mi interés rondaba por el tema fiesta que por el ver los monumentos, pero al final, fue todo lo contario, vimos los monumentos y fiesta más bien poca. Desde entonces, no había ido ninguna vez más, ya que no tenía ningún interés en las fallas. Hasta el año pasado. Las cosas cambiaron el pasado año, ya que se decidió ir a las fallas en la celebración del cumpleaños de un amigo, entonados correctamente, obviamente (no me matéis por esto). La fiesta fue bien y tal y en eso se quedó la cosa, vimos apenas si cuatro monumentos, que están mas o menos juntos y poco más, la verdad. Este año se ha repetido el proceso del pasado año, así que hasta aquí, todo más o menos correcto.
Ayer, concretamente, los compañeros del curso que realizo por la mañana (por si no estás enterado, hago dos cursos diferentes, uno por la mañana y otro por la tarde), plantearon la idea de ir a comer a las fallas. La idea, no es que me fuera excesivamente atractiva, ya que personalmente, no soy fallero (al final os razonare, tranquilos), pero bueno, al final, por hacer un poco la jarana y porque no me apetecía aguantar al tutor-profesor de por la tarde, que es bastante malo, acepte la proposición. Casi podría decir, que la jornada gastronómica, si quitamos el hecho de que son fallas, hubiera podido ser un día prácticamente, cualquiera. Lo primero, es hacer una toma antes de ponernos en materia, así que hemos ido a la falla ‘Nou Barri’, donde hemos tomado unas cervezas los que más y refrescos los que menos y unas bravas y unas aceitunitas, vamos, como si fuera un domingo y haces el calentamiento antes de ir a comer por ahí. En ese plan. No es que proteste, ni nada raro, simplemente, es una descripción introductoria de lo que ha acontecido.
Rondaban en los relojes, las dos prácticamente, cuando hemos decidido ir hacia la otra falla, donde comeríamos. El menú, molt valencià, con una fideua con su ración de all-i-oli, por supuesto. Una ensalada introductoria en el centro, de postre fruta, a elegir entre manzana y naranja (obvio) y para cerrar el ágape, no podían faltar les rosquetes d’anis, els carquinyols y la misteleta, elementos típicos de la gastronomía de esta rica tierra y su acompañamiento más tradicional, de corte dulce y que es como el licor de hierbas típico de después de las comidas. Ahora solo faltaba el café, así que nos hemos dirigido a una nueva zona, esta vez, a una cafetería, en un punto curioso, ya que en unos 300 metros (calculado a ojo de mal cubero), hay tres monumentos falleros diferentes. Una vez terminado ya todo, a eso de las cinco, pues yo he ido a mis obligaciones, básicamente aguantar los últimos estertores de la case de mi tutor-profesor y recoger las notas.
Llega la salsa. Supongo, que en todas partes cuecen habas y en todas partes, alguien conocerá fiestas que le parecen ilógicas o que no le gustan, supongo, que si nos ponemos a analizar, todas las fiestas tienen sus peros y todas han evolucionado en ciertos aspectos, los cuales, no tienen por qué ser positivos, forzosamente. Desde luego, yo desde niño he vivido el carnaval y la verdad, que mi interés fallero ha sido más que nulo, siempre. Estos pasos casuales por Benicarló y sus fallas, me ha permitido ver de cerca los denominados ‘monumentos’. Debo decir que hay algunos muñecos que están chulos y tal, pero sinceramente, lejos de fijarme en la parte estética del asunto, me llama más la atención y no ligeramente, el hecho del elevado coste que pueden llegar a tener estas obras. Lo que me parece especialmente paradójico, es que están en pie durante un tiempo determinado, cuestan mucho tiempo de hacer y dinero, para luego ser quemados. Libre cada uno con su dinero, de hacer lo que le plazca, pero no término de ver claro la idea del asunto. Vale, como toda gran fiesta, tiene una base iconoclasta religiosa que se ha ido diluyendo con el paso del tiempo, algo lógico, ya que las generaciones cambian y pasan de esos rollos antiguos y sin sentidos y se centran en lo que importa, la fiesta y la jarana.
Debo decir que si alguien me pidiera que le dijera que me ha gustado o dejado de gustar de los ‘monumentos’ que he visto, la verdad, es que casi se me quedaría cara de póker y ya si me pide que le diga de que iba cada uno de esos ‘monumentos’, pues casi preferiría morir rápido, porque la verdad, es que no tengo ni idea, ni soy capaz de imaginarlo. Teorizando, tras esto, yo apostaría por hacer algo diferente, modificar el sistema actual. No tengo ni idea de cuánto cuesta una de esas cosas, pero creo, que saldrían ganando si juntan todos los casals falleros en un mismo punto y entre todos, suman recursos para hacer un ‘monumento’ despiporrante y que lo pete. Sé que este cambio sería una radicalización en cuanto al modelo establecido en la actualidad, pero no me digáis que no es un buen razonamiento.
Hoy he descubierto, que realmente fallas y carnaval tienen mucho en común. Parece ser que muchas de las fallas actuales, han ido naciendo de escisiones entre diferentes juntas, es más, parece ser que las últimas cuatro fallas, han nacido así, de disputas internas. Más o menos pasa en carnaval, ya que se han creado comparsas nuevas, por problemas con otras juntas, incluso en una, generando el problema de no tener reina y tener que improvisar algo a marchas forzadas, siendo una verdadera cutrez el resultado. Se generan grupos pequeños, que apenas si son capaces de llegar a los mínimos necesarios que les permitan actuar como una comparsa ya asentada y con un volumen de socios, más o menos óptimo. Es más, empieza a coger voz la teoría de obligar a unificar comparsas que tenga muy poca gente, para conformar un grupo mayor y evitar así algunos problemitas, generados por esta estúpida situación y cerrar de una vez el cupo de generación de nuevas comparsas.
Tanto el planteamiento de remodelación de la estructura fallera, como la propuesta de fusion entre comparsas, es casi imposible que se dé, porque es meterse en un terreno peligroso y nadie que está ahí, quiere comerse un marrón, tan sumamente innecesario, así que lo más elemental, sigue y seguirá igual. Al final, todo termina ardiendo, ¿no?