Antes de irme a trabajar, y dado que es posible que este fin de semana bendito en el que los centros comerciales abren, me toque trabajar y no pueda dedicarme al blog, os dejo la continuación de la Blognovela. Estrenamos capítulo. Espero que os guste ^^
Ya sabes, si quieres conocer a los personajes o curiosear tienes todo sobre la Blognovela AQUÍ
Charlie no es (sólo) nombre de chico
Dos: La ciudad se prepara para el Acontecimiento
Te miraba siempre, Charlie, como si creyera que no eras real
y que, en cualquier momento, podrías desaparecer.
Todo joven que se precie ha asistido alguna vez a una fiesta en Four Seasons. Es uno de los bares más populares de la ciudad, que tiene sedes en Nueva York o Los Ángeles, y en el que sólo se mueve gente con un exquisito gusto por la ropa y los cócteles exóticos. Pero si es conocido entre los jóvenes de la ciudad por algo es porque allí, cada septiembre, Fleur Lorens organiza su Fiesta Anual. Una fiesta que despide el verano e inicia el nuevo curso… toda una tradición.
— He pensado en en encargar unas guirnaldas de seda que quedarían preciosas al lado de los focos de colores, ¿qué te parece? —faltaban sólo dos semanas y Fleur había comenzado con los preparativos. El dueño del Four Seasons y su padre eran grandes amigos y, por tanto, esa amistad otorgaba a la joven, al menos, una noche como la Reina indiscutible del local.
Aquel viernes, Fleur paseaba con una lista de cosas que tenía que encargar en una mano y con su querido Logan en la otra. Él hubiera querido tener cualquier otro compromiso porque, a no ser que fuera para comprar ropa para él, no le gustaba nada ir de tiendas, pero le había prometido a Fleur que la ayudaría con su fiesta, así que era demasiado tarde para echarse atrás.
Hacía ya una semana que Charlie y su madre se habían mudado a la casa de al lado. Desde aquel lunes del flan, no habia vuelto a verla… y eso que eran vecinos. En realidad había evitado verla, para intentar combatir, a la vez, el efecto que había provocoado su embrujo en él.
— Cariño… —Fleur le dio un pequeño tirón a Logan en su precioso y estiloso flequillo rubiuo oscuro.
— ¿Sí?
— Te estaba hablando de las guirnaldas de seda…
— Oh, Flee, sabes que no tengo ni diea de decoración —buen disparo, vaquero, pero hacía falta más que una reacción a tiempo para convencer a Fleur— Todo lo que tú decidas estará bien.
Fleur frunció el ceño. Soltó la mano de Logan de golpe y dejó de andar. Él avanzó unos pasos sin ella y después tuvo que retroceder. Sólo había peor que una reina cabreada… y era una reina que cruzaba los brazos delante del pecho y arrugaba la frente, poniendo ojos de cachorro abandonado.
— ¿Qué? —pero Logan no tenía palabras suficientes como para hacer frente a la situación.
— ¿Qué? ¿Sólo se te ocurre decir “qué”?
— ¿Qué más quieres que diga? Sabes que no se me da bien la decoración, Flee. Puedo ayudarte con la música de la fiesta, con la comida, o…
— O puedes, simplemente, prestarme algo de atención —ahí había saltado la heroína de una película, siempre protagonista. Logan vio a su novia tan parecida a su madre, que tuvo que aguantar un poco la risa. Sin embargo, el grado de ego de Fleur, a veces alcanzaba límites tan estratosféricos que era imposible ignorarla— El lunes no quedamos para comer porque dices que estás cansado; el martes te pasas el día entrenando, el miércoles el compromiso con tu padre y sus compañeros del estudio de arquitectos, el jueves el día de chicos y hoy, el viernes, que por fin estamos juntos, parece que llevo a mi lado a un pasmarote.
Aun sabiendo que Fleur normalmente exigía más atención de la que necesitaba, Logan tuvo que reconocer que esta vez su princesita llevaba razón. Pero no iba a ponerse ahí, en medio de una de las calles más céntricas de la ciudad, a contarle a su novia que llevaba así ya una semana… intentando distraer su mente para no pensar en su vecina.
— Flee, lo siento. Sé que la Fiesta Anual es importante para ti y que prometí ayudarte…
— No es que no me estés sirviendo de ayuda, Logan. Es que eres mi novio, se supone que tienes ganas de estar conmigo… y que me quieres.
— Pero claro que te quiero.
— ¿Y entonces por qué siento que querrías estar en cualquier otra parte menos aquí conmigo?
— Flee… —Logan respiró hondo y rodeó la carita de muñeca de Fleur con las manos. Los ojos azules, sumamente claros de ella, le miraron directos, debajo de una capa de sombra de Givenci que hacía juego con sus zapatos— Lo siento, ¿vale?
— Oye, si algo te preocupa, puedes contármelo. Sé que a veces parezco una niñata y que sólo pienso en mí, pero en mi vida no hay nada más importante que tú… y me importa lo que tepase, Logan —Fleur no solía hablar así, de hecho no lo hacía muy a menudo. Pero sí era cierto que Logan se había convertido en toda su vida. Qué cosas tiene el amor… hasta las niñas consentidas saben amar a veces a otra cosa que no sean sus zapatos o su propio ombligo.
A Logan, sin embargo, le gustaba que le dijera esas cosas de vez en cuando, que Fleur hablara con el corazón, porque eso le recordaba que, cuando todos se preguntaban qué hacía saliendo con alguien tan superficial como Fleur Lorens, él contestaba con una sonrisa y decía muy orgulloso: “porque me hace feliz”.
— Lo siento Flee —y era totalmente cierto. No quería que el extraño embrujo que parecía padecer desde que había conocido a Charlie hiciera daño a su novia que, indudablemente, le quería más que a nada en el mundo— No me pasa nada, de verdad que estoy bien. Puede ser el cansancio, no sé.
— ¿Nos tomamos entonces un zumo de proteínas en un deli? —los delicatesen, las joyas, las películas antiguas, la ropa y Logan eran las pasiones de Fleur Lorens— Y, mientras, repasamos la lista de invitados.
— Vale —Logan abrazó a Fleur. Su pelo negro siempre olía a dulce. Pasearon agarrados de la mano como la pareja envidiada que eran, hasta que llegaron al delicatesen de la calle Bryony Street.
Entonces, justo en la puerta, Fleur le preguntó a Logan: “¿qué te parece si invitamos a tu vecna a la fiesta’”. Y cualquier progreso de aquella tarde por centrar toda su atanción en su novia, se fue literalmente al carajo.