Revista Literatura

Blognovela (6) Dos (2)

Publicado el 11 agosto 2010 por Elcocteldeloscuentos
Hoy os traigo una nueva actualización de Charlie. Avisando de que me toca cocinar si quiero sobrevivir estos días sola en casa, y que no me hago responsable de lo que pueda pasar entre los fogones.
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La parte en pequeñita y cursiva del principio es para enlazar con el trocito anterior :)
— Lo siento Flee —y era totalmente cierto. No quería que el extraño embrujo que parecía padecer desde que había conocido a Charlie hiciera daño a su novia que, indudablemente, le quería más que a nada en el mundo— No me pasa nada, de verdad que estoy bien. Puede ser el cansancio, no sé.
— ¿Nos tomamos entonces un zumo de proteínas en un deli? —los delicatesen, las joyas, las películas antiguas, la ropa y Logan eran las pasiones de Fleur Lorens— Y, mientras, repasamos la lista de invitados.
— Vale —Logan abrazó a Fleur. Su pelo siempre olía a dulce. Pasearon agarrados de la mano como la pareja envidiada que eran, hasta que llegaron al delicatesen de la calle Bryony Street.
Entonces, justo en la puerta, Fleur le preguntó a Logan: “¿qué te parece si invitamos a tu vecna a la fiesta’”. Y cualquier progreso de aquella tarde por centrar toda su atanción en su novia, se fue literalmente al carajo.

****
— No sé qué me pasa, Pete. Te juro que no lo entiendo… —Logan terminó el día en casa de su amigo Pete.
Pete Canard era el único del grupo que ya estaba independizado. En realidad, habían sido sus padres los que, cansados de aguantar sus juergas y devaneos sexuales en su propia casa, le habían comprado a su hijo mayor un lujoso apartamento lo suficientemente lejos de casa como para que Pete pudiera hacer lo que le viniera en gana, pero lo justamente cerca como para poder seguir dependiendo de papá y mamá para casi todo. Pero claro, era todo un éxito vivir ahí de cara a la galería.
— Relájate… —ése era el lema de Pete para casi todo. A cualquier problema que pudiera presentársele, Pete reaccionaba de la misma manera. Relajación, un porrito, y todo se veía de otro color. Y mientras, Logan ahí sentado en uno de los sofás de piel blanca del salón, viendo cómo su amigo preparaba dos copas de Jack con cola y dos hielos, intentando que aquel que siempre se miraba el ombligo le diera algún consejo.
— No puedo relajarme. Hasta Fleur se ha dado cuenta de que hoy no he estado centrado…
— ¿He oído bien? Logan, no has estado centrado hoy, ni lo estuviste ayer jueves, noche de chicos. Todo el tiempo mirando a las musarañas. ¿Qué quieres que te diga, que llevas así desde que viste a tu vecina mudita por primera vez?
— Creí que te parecía una diosa…
— Y me lo parece. Una diosa silenciosa, pero diosa al fin y al cabo.
— Con esa actitud tan visceral no me ayudas.
— Vamos, Logan… —Pete le ofreció a Logan uno de los dos vasos y se sentó con él en el sofá.
No es que Pete estuviera siendo visceral en ese momento, es que era así siempre. Y si Logan había recurrido a él, aun a sabiendas, era su problema y no el de Pete.
— Fleur quiere que Charlie venga a la fiesta.
— Bien, que venga.
— Pagaría porque no fuera. Pagaría porque rechazara la invitación.
— ¿Vas a sobornarla? —Logan fulminó a su amigo con la mirada tras aquella pregunta— Vale era broma. ¿Por qué no quieres que vaya? Porque si va estarás más pendiente de ella que de tu novia, ¿no?
Pete a veces era un capuyo, pero también era brutalmente honesto. Letal. Como una flecha envenenada. Y daba igual que fuese amigo o enemigo, nunca cambiaría.
— No es por eso.
— Entonces es porque temes que se ponga demasiado guapa y que todos los tíos intenten ligar con ella.
— Que no, joder, que no —Logan se mantuvo en silencio un momento— No quiero que nadie la trate mal por ser muda.
— Eres un malpensado, ¿qué te dice que alguien va a tratarla mal?
— Conozco la pasta de la que estamos hechos —y sin querer, medio con vergüenza, él se incluía en ese grupo que negaba constantemente al diferente.
— Parece que tienes una crisis de identidad, Logan —tenía razón. Pete llevaba razón y Logan lo sabía— Siempre has sido el chico guapo. Desde hace seis meses, vas haciendo juego de perfección con una novia preciosa, tan popular que a veces da hasta miedo. El mejor delantero del equipo, nada más y nada menos. Y todo eso está regido por una gran superficialitis. Pura superficialitis, amigo mío. Y ahora te da miedo que ese estilo de vida en el que eres el rey se vuelva en contra de tu preciosa vecina, ¿no?
— Eso es más o menos lo que me ocurre.
— ¿Ves? Siempre llevo razón.
— Pero es que sé que se volverá. Pete, tendrías que conocerla, es un encanto. No se merece que nadie la trate mal.
Pete le dio un sorbo a su copa e intentó armarse de paciencia. No estaba acostumbrado a que Logan viniera a contarle sus problemas. En realidad, no estaba acostumbrado a que nadie fuera a contarle sus problemas, quizá porque Pete Canard había inspirado de siempre de todo menos confianza. Pero eso sí, Logan era su mejor amigo, le conocía desde antes de tener memoria, y tenía que ayudarle lo mejor que supiera. O por lo menos intentarlo.
— ¿No has pensado que tu querida Charlotte no es tonta?
— ¿Qué?
— La chica es muda, pero no idiota… y seguro que sabe cuidarse sola. La fiesta que da tu novia la ayudará a integrarse. Si enaja ahí, encajará encualquier lado —hasta ese instante Pete lo había hecho bien, pero no podía hablar más de dos minutos en serio completamente. Iba en contra de su naturaleza— Además… si alguien se porta mal con ella, siempre tendrá cubriéndole la espalda a su caballero de brillante armadura, ¿no?
— ¿Tú te portarías mal con ella?
— Qué va. A mí me tiene ganado con ese cuerpecito menudo y su sonrisa de película. Creo que de quien más tienes que preocuparte es de las chicas. Ya sabes cómo son de hostiles las mujeres entre ellas. Y no es ningún secreto que tu vecinita las gana a todas por goleada en belleza y, por lo que cuentas, en encanto.
— Eso es cierto.
— Mira, te lo pongo más sencillo: perocúpate por la Abeja Reina de la colmena, por Fleur. Sabes cómo es tu novia… Dios no quiera que le de por pensar que estás más pendiente de la chica nueva que de ella.
— Comprenderá que es mi vecina y que tengo que cuidar de ella.
— Y dale con cuidarla como si fuera una desvalida. Sabe cuidarse sola, seguro.
— Sí, pero no puede gritar para mandar a nadie a la mierda.
— Deberías relajarte, de verdad —Pete halaba en serio. Tenía un humor muy negro, era sarcástico, y muchas veces se pasaba de listo, pero hablaba totalmente en serio— No haces más que adelantar acontecimientos. Lo mismo se integra maravillosamente bien y te estás peocupando a lo tonto.
— Sí, quizá...
Logan volvió a maldecirse en silencio mientras le daba un trago a la copa, donde el Jack se aguaba. No quería sentir pena por Charlie. Como había dicho Pete, era muda pero no tonta. Quizá él tuviera razón y se estuviera preocupando demasiado. Quizá era que Logan, tan egoísta como para tragarse toda la superficialidad que le rodeaba, no se atrevía a ayudar a Charlie de verdad sin importarle el qué dirán. Pero todo aquello era otra historia.

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