Después de un merecido descanso, intento reincorporarme a la vida blogger mientras cuadro un horario de universidad que hará que mi vida social se desintegre y que vea más al conserje de la facultad que a mi madre. Mientras arreglo el caos, y me termino de mejorar de mi catarro, os dejo con un nuevo trocito de Charlie. Espero que os guste.
¿Te has perdido lo que viene antes? Léelo todo desde AQUÍ.
Recuerda: la parte en pequeñita y cursiva es para enlazar con el fragmento anterior.
— Mira, te lo pongo más sencillo: perocúpate por la Reina de la colmena, por Fleur. Sabes cómo es tu princesita… Diso no quiera que le de por pensar que estás más pendiente de la chica nueva que de ella.
— Comprenderá que es mi vecina y que tengo que cuidar de ella.
— Y dale con cuidarla como si fuera una desvalida. Sabe cuidarse sola, seguro.
— Sí, pero no uede gritar para mandar a nadie a la mierda.
— Deberías relajarte, de verdad —Pete halaba en serio. Tenía un humor muy negro, era sarcástico y muchas veces se pasaba de listo, pero hablaba totalmente en serio— No haces más que adelantar acontecimientos. Lo mismo se integra maravillosamente bien y te estás peocupando a lo tonto.
— Sí, quizá tengas razón.
Logan volvió a maldecirse en silencio mientras le daba un trago a la copa, donde el Jack se aguaba. No quería sentir pena por Charlie. Como había dicho Pete, era muda pero no tonta, nada de una chica desvalida. Quizá él tuviera razón y se estuviera preocupando demasiado. Quizá era que Logan, tan egoísta como para tragarse toda la superficialidad que le rodeaba, no se atrevía a ayudar a Charlie de verdad. Pero todo aquello era otra historia.
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Aquel fin de semana, Charlie iba a trabajar a fondo para preparar la coreografía que presentaría a las pruebas de la Academia de baile. Sólo dos semanas y estaría dentro. Estaba ansiosa por bailar ante el Tribunal de la Academia. Había bajado al amplio sótano de la casa, donde su madre había montado un estupendo gimnasio con un amplio espacio para que ella pudiera bailar, barras y un potente equipo de música. Con todo, aún quedaba sitio para el jacuzzi y un mueble bar. Charlie ponía la música, y disfrutaba de la tranquilidad de saber que allí podía ensayar sin que nadie la molestara.
Logan llegó el sábado por la tarde a casa de sus vecinas, fue Becca quien le abrió la puerta. Le invitó a pasar y a que bajara al sótano a ver a Charlie. Así lo hizo, pero cuando llegó, se quedó unos minutos viendo el estupendo espectáculo que su vecina estaba preparando al ritmo de alguna pieza clásica para piano y violín, antes de interrumpirla.
Cuando Charlie saltaba o giraba parecía que volaba. Su cuerpecito parecía muy ligero y liviano, enfundado en aquellas mallas y con las puntas de ballet puestas. Toda ella parecía estar hecha de aire. Tenía el pelo rubio recogido en un moño alto, algo deshecho, pero que dejaba totalmente al descubierto su cara rosada, que tenía un semblante de felicidad mientras ejecutaba cada movimiento como si fuera toda una profesional.
Cuando la música se detuvo, Logan comenzó a aplaudir, y Charlie, que no se había percatado en ningún momento de su presencia, corrió sobresaltada al equipo de música para parar del todo el CD y que no saltara a la siguiente pieza. Azorada, pensando en cuánto tiempo llevaba Logan ahí plantado en la escalera.
— ¿Te he asustado? —el tono de voz de Logan seguía encandílándola. Tenía una voz realmente especial. Ojalá hablara así con todo el mundo, aunque nadie supiera valorar como ella esos matices que salían de su garganta.
Charlie agitó la cabeza, negando con rapidez. Le hizo un gesto a Logan para que se apartara de la escalera y pasara al gimnasio con ella, mientras estiraba los músculos, doblándose de manera imposible.
— Bailas muy bien —Logan sonrió. Si no estaba hechizado hasta entonces, cosa que dudaba, aquella tarde sí que se había quedado totalmente maravillado— Quería hablarte de algo, ¿te importa si te robo unos minutos?
Charlie sonrió ampliamente. Le agradaba que Logan quisiera hablar con ella. Le hizo una señal con la mano, para que continuara. No le importaría quedarse escuchando lo que tuviera que decirle durante horas si hiciera falta.
— Es que, todos los años, antes del comiezo del curso, mis amigos y yo damos una fiesta en el Four Seasons. Es un bar muy conocido y… queríamos invitarte.
Charlie se puso las manos sobre el pecho y abrió sus ojos verdes como platos, incrédula. Ella nunca había ido a una fiesta con gente de su edad. Logan no entendía muy bien por qué no había dicho que era su novia la que daba la fiesta. Era como si no quisiera que Charlie supiera que salía con Fleur.
A Charlie, la idea de la fiesta la aterraba. Aún no estaba preparada para presentarse delante de todo el mundo y empezar a conocer gente. De hecho, conocer gente siempre se le hacía muy difícil en condiciones normales… así que no quiso pensar cómo de difícil se le haría en un local lleno de niños ricos con la música a todo volumen. Pero se sintió tan halagada porque Logan la invitara, que sonrió, dejando que él siguiera hablando.
— Es el viernes. Este que viene no, el siguiente.
Por fortuna, Charlie tenía una buena excusa para rechazar la oferta: la fiesta se celebraba el mismo viernes en que ella tenía las pruebas para la Academia. Se levantó del suelo con mucha agilidad, mientras Logan permanecía sentado. La chica descolgó el calendario que había en la pared, y se lo entregó. Aquel viernes estaba marcado con un círculo rojo y Logan reconoció la inconfundible letra de su vecina: “Pruebas Academia de baile Rita Rushton”.
— Oh, ya tienes plan.
Charlie asintió y sonrió. “Y menos mal, no creo que tus amigos y yo congeniáramos muy bien”, pensó.
— El baile es importante para ti, ¿verdad? —Logan sonrió, al ver una expresión de emoción en los ojos de Charlie. Ella asintió e hizo un gesto indicando el número siete con las manos, señalando el reloj de la muñeca de Logan después— Tienes la prueba a las siete— Charlie asintió. Eran gestos muy básicos, pero se sentía muy contenta porque Logan sabía intepretarlos a la primera— Quizá si sales a tiempo de las pruebas puedas pasarte…
Charlie frunció el ceño, algo pensativa. Siempre podía decirle que sí, y luego no presentarse en el bar, aunque tuviera tiempo de sobra. No estaba preparada. Se sentía frágil y muy insegura. Era mejor ir conociéndoles a todos despacio, uno a uno. Sin embargo, Logan parecía realmente muy interesado en que fuera, así que asintió, convencida de que, aunque fuera sólo para estar con él, se pasaría por el Four Seasons si el tiempo se lo permitía.
— Entonces bien —aunque Charlie no lo notara, Logan respiró aliviado. Había dicho lo del tiempo casi por cortesía; pero en el fondo se alegraba de que su vecina tuviera otro compromiso el día de la fiesta de Fleur.
Lo que Logan no sabía es que, si había alguien capaz de tratar mal a Charlie lo haría. No podría protegerla siempre. La gente mala actúa, en las fiestas o en el colegio, da igual… pero quien considerara un bicho raro a Charlie lo iba a hacer tarde o temprano delante de todos, no hacía falta que fuera el día de la Fiesta Anual.
Charlie se levantó a colgar de nuevo el calendario al ver que Logan y ella se habían quedado en silencio mirándose. Sentía la necesidad de romper el contacto visual que se había establecido entre ambos. Entonces puso la música, y le dedicó una radiante.
— ¿Quieres enseñarme lo que estás preparando para la prueba?
Charlie asintió, sintiendo como el rubor crecía en sus mejillas. Y Logan se apartó hacia otro lado del gimnasio, para dejar que Charlie dispusiera de todo el espacio, y bailara.
Viéndola moverse al ritmo de aquella bonita música, enfundada en sus mallas de bailarina y con su estupenda cara al descubierto, Logan descubrió que Charlie era aún más preciosa de lo que incluso él mismo se había percatado. Quizá es que su belleza interior había salido hacia fuera, y la estaba invadiendo por completo.
****
Aquella noche, Logan durmió tranquilo. Como si la melodía de esa música que Charlie había bailado la tarde para él, hubiera sosegado su alma, y la intranquilidad y el nerviosismo de aquellos días.
— ¿Qué quería Logan, Charlie? —Becca bajó al gimnasio un rato después de que el vecino se marchara. Charlie seguía bailando aunque ya se había hecho de noche.
La chica de bailar y detuvo la música. Se volvió a su madre sonriente, y la miró a los ojos. A continuación, se pasó la mano por la cara haciendo un círculo alrededor de su rostro con los dedos.
— Sí, es muy guapo, ya me he fijado.
Después, Becca vio como su hija se tocaba el lado izquierdo del pecho con dos palmadas y sonreía aún más anchamente.
— Y también es guapo por dentro, ¿eh?
Charlie arrugó un poquito la nariz, asintiendo. Sintió una especie de hormigueo en el estómago.
— Es un chico muy simpático… su familia también lo es —Charlie dejó ver que estaba completamente de acuerdo con lo que decía su madre. Y después Becca, con un par de señas de su hija, pudo adivinar lo que el hijo mayor de los Peterson había venido a decirle— ¿Una fiesta? ¿El día de la prueba?— preguntó, viendo cómo Charlie señalaba el calendario— Pero aún no te sientes preparada para conocer gente, ¿no?
Charlie se encogió de hombros. No es que no supiera cómo contestar, es que a aquello no sabía qué contestar.
— No te preocupes, mi vida —Becca le revolvió el pelo a Charlie, con mimo— Ya llegará el día en que lo estés.
Cuando su madre se marchó del gimnasio, Charlie lanzó un soplido. Se resignó a no ir a la fiesta, ni siquiera porque a Logan le hiciera ilusión verla allí. Definitivamente, se sentía demasiado frágil.