Desde que volví a vivir a Coruña he de decir que estoy yo muy patriótica. O muy regional, según se mire. Me he pasado el invierno zampando platos de caldo gallego como si no hubiese un mañana, compro empanada un día sí y otro también, ¡hasta he hecho pesto de grelos! (Cocina fusión, creo que se llama.)También estoy lanzada con las compras. Esto de tener un sueldo, una buena excusa (parte de mi ropa sigue en Roma) y un montón de tiendas a mano con precios asequibles, ha hecho de mí una shopaholic. Bueno, quizás no tanto, que mi parte madura y racional suele llevar la voz cantante en estos casos.
El caso es que un día ví en instagram una foto de La Emperatriz de Lavapiés que llamó poderosamente mi atención, le pregunté inmediatamente de dónde había salido esa joya y así descubrí boTwist.
boTwist es el sueño de dos amigas coruñesas, dice su web. Yo digo que es la idea del siglo, porque estoy enamorada de todas y cada una de sus camisas (e imaginándome las que vendrán).
Poco después volví una tarde a casa hecha polvo, después de un día horrible en el trabajo y con ganas de volverme a mi casa romana y meter la cabeza debajo de una almohada. Obviamente, no podía teletransportarme a Italia. Pero tenía un ordenador, una Visa y unas penas que curar. Oye, mano de santo. Fue echar un vistazo a la tienda online y querer comprarlo todo: la camisa con estampado de nécoras, la de galleguiñas y un culotte de bebé, por si un día tengo una hija. Nunca se sabe.
Como ya os dije que mi parte racional es la que manda, me compré sólo una camisa, la camisa con estampado de pimientos de Padrón, que me rechifla. Ayer me llegó por correo, en un paquetito que él sólo ya merece la compra. Y al abrirlo, casi lloro de la emoción.
¿Es o no es amor?