A partir de la presidencia de Morales, existe en el resto de mundo una idea romántica de que esta nación es un modelo de democracia, de integración, de leyes ejemplares, de reformas estructurales, todo envuelto en un demagógico cliché conocido como “Proceso de Cambio” y que ha sido exportado como punta de lanza a todos los foros internacionales donde el Presidente y sus funcionarios se han presentado. Y el mundo entero se ha tragado el cuento, porque desafortunadamente la opinión pública mundial no ahonda en conocer la compleja realidad boliviana, porque no hace falta, salvo cuando corre mucha sangre.
Habrán notado que Evo Morales se desgañita hasta el cansancio en esos foros cuando defiende los derechos de los pueblos indígenas y el respeto a la Madre Tierra, llamando constantemente a la reflexión y el cumplimiento de los tratados ambientales, incluso su gobierno organizó un año atrás una Cumbre Climática alternativa en la ciudad de Cochabamba donde concurrieron infinidad de representantes indígenas de otras latitudes y mandatarios afines que todos conocen. El acontecimiento no salió gratis, fue dinero despilfarrado porque no sirvió de nada, ninguna de las resoluciones de la reunión fue tomada en cuenta en la posterior Cumbre Climática de Cancún, lo que sí tuvo repercusión fueron las declaraciones insólitas de Morales acerca de la calvicie, los pollos hormonados y la Coca Cola.
No es propósito de este sitio hacerse eco de todas las “metidas de pata” de nuestros políticos criollos, excepto cuando los episodios son por lo demás anecdóticos, absurdos o humorísticos. Pero por esta vez, el asunto es demasiado serio, grave por sus implicaciones. No puedo soslayar la mirada, me veo en la obligación moral de repicarlo, si no lo hice antes, es porque al igual que muchos compatriotas la indignación hacía presa de mi raciocinio, necesitaba serenarme un poco para escribir esta entrada. Si no se han enterado, el domingo 25 de septiembre se ha producido una brutal represión policiaca contra un grupo de indígenas de tierras bajas que iniciaron hace un mes atrás una marcha pacífica como protesta por la construcción de una carretera interdepartamental y cuyo trazado pretende partir en dos mitades, su territorio ancestral conocido como TIPNIS, (Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure), uno de los reservorios más importantes de fauna y flora en el continente.
Esta marcha no es nueva, allá por los años noventas se produjo la primera. Alrededor de un millar de indígenas orientales llegaron hasta La Paz para reclamar atención por el abandono estatal y explotación a la que eran sometidos por empresas madereras y haciendas privadas. El gobierno de entonces, intentó desprestigiarlos y desarticularlos recurriendo a la acusación política pero ante la determinación férrea de aquellos, no puso trabas físicas en el trayecto y finalmente los dejó llegar salvos a destino. Los marchistas fueron recibidos entre aplausos y muestras de solidaridad por la sociedad paceña que inmediatamente cobró conciencia de que existía “esa otra Bolivia”. Se avanzó mucho desde entonces, como el reconocimiento de sus tierras de origen, el respeto a sus modos de vida y otras leyes favorables. Todas estas acciones no son obra exclusiva del gobierno de Morales, como se pretender engañar a la opinión pública internacional.
Volviendo a la marcha actual, las etnias afectadas con este proyecto carretero, se organizaron para emular la acción de sus antecesores, partiendo desde la ciudad amazónica de Trinidad y a paso muy lento porque incluían a sus familias respectivas con niños y mujeres gestantes en algunos casos. A medio camino, en la localidad de Yucumo, el Gobierno instaló una barrera policial enviada desde La Paz para cortarles el paso con la supuesta premisa de protegerlos de un grupo de activistas afines a él, organizados expresamente con la intención de “reventarlos” como declaró públicamente uno de sus dirigentes. Entretanto proseguía la caminata, el Gobierno recurrió a la misma estrategia de los anteriores, de acusarlos de ser instrumentos políticos de la derecha y financiados por ONGs y la embajada norteamericana. Toda protesta en el fondo siempre es política, pero eso no le resta legitimidad cuando la causa es justa. Que quede claro, en los informativos internacionales se ha oído hasta el cansancio que los indígenas se oponen totalmente a la carretera que vinculará a las ciudades de Cochabamba y Trinidad, lo cual no es cierto, ellos sólo se oponen al trazado del Tramo 2 que es la fuente del conflicto, tal como se explica líneas arriba. Ellos sustentan con justa razón que no fueron consultados (tal como establece la Nueva Constitución Política del Estado)para este proyecto y exigen un nuevo trazado de ese tramo intermedio, que evite en lo posible la división del TIPNIS. Lejos de escuchar sus demandas, el Gobierno los acusó de retrógrados y de mezquinos por oponerse al “desarrollo” y ante la presión interna de la sociedad civil, mandó una comisión de ministros para dialogar con ellos, sin llegar a ningún acuerdo.
Finalmente la marcha llegó cerca del retén policial, donde se detuvieron a descansar. Nada más llegar fueron objeto de hostilidades de la policía, como el de impedirles el acceso a un riachuelo cercano para refrescarse, incluso una camioneta suya que trasportaba vituallas y alimentos fue secuestrada previamente por el grupo de colonizadores que bloqueaban el camino al otro lado de un puente apoyando al Gobierno. Tras la tensa calma de varios días, el domingo en horas de la tarde sucedió lo inaudito: aprovechando que los indígenas descansaban del intenso calor de la zona, fueron intervenidos por centenares de policías mediante el uso de gases lacrimógenos, porras y pateaduras,-tal como se pueden ver en las imágenes de cualquier sitio de internet- sin tomar en consideración que en el medio del campamento había mujeres y niños de tierna edad, que presas del espanto y la confusión huyeron a los bosques cercanos, extraviándose en algunos casos. Las imágenes de mujeres maniatadas y amordazadas con cinta de embalaje son por los demás muy duras e indignantes.
Ministro de Gobierno
Al día siguiente y los posteriores, las protestas de la sociedad civil no se hicieron esperar. Lejos de asumir la responsabilidad, los ministros involucrados en las negociaciones incurrieron en contradicciones para explicar el incidente. A diferencia de la ministra de Defensa, que avergonzada renunció inmediatamente mediante carta pública, el resto no mostró ninguna señal de arrepentimiento. Ante la presión social, incluso de los sectores favorables al partido gubernamental, el ministro de Gobierno y principal sospechoso de dar la orden de intervención, se vio obligado a renunciar y con él algunos funcionarios de menor rango, pero sustentando en todo momento que era inocente y muy suelto de cuerpo declaró que se iba con la conciencia tranquila. Paradójicamente el ahora ex ministro(Sacha Llorenti), años atrás fue el representante local de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos en Bolivia. Otro caso ilustrativo es el del ministro de la Presidencia, que anteriormente trabajó para instituciones vinculadas a organizaciones indígenas. Uno podría creer que estos personajes, al tener experiencia en estos campos tendrían un mínimo de humanidad. Todo lo contrario.Entre tanto, el debate interno se cierne en torno a quién dio la orden de ejecución del operativo policial, porque el Presidente y luego el Vicepresidente niegan hasta el día de hoy, rotundamente que no se dio la instrucción desde Palacio de Gobierno, y para marear la perdiz, anunciaron la conformación de una "Comisión de Investigación" para castigar a los responsables, y con esto dejaron entrever que la Policía es la culpable de todo, señalando incluso que se había identificado a una quincena de policías maltratadores. Ustedes saben estimados lectores, que acá o en la Cochinchina, que las fuerzas de seguridad estatales nunca actúan sin órdenes expresas de un alto mando, que a su vez responde a los ministros encargados del área. Más claro, agua. Finalmente, el Presidente de manera reiterada pidió perdón a las familias de los indígenas, y como acto de buena fe anunció que se efectuará una suerte de referendo en la población afectada, para que esta decida el destino de la carretera. “Rectificar es de sabios” dicen muchos, pero ocurre que esto viene sucediendo repetidamente (Caso Caranavi, Caso Gasolinazo, etc.), donde el Gobierno actúa con prepotencia: primero reparte palo y luego pide disculpas sacando su eslogan trasnochado de “Gobernar obedeciendo al Pueblo”, tal como se empeña de repetir a los cuatro vientos. En el camino, este bello país se retuerce en su miseria, abandonado a la suerte de Dios y a la indiferencia internacional.
Más información:
-La ministra Chacón renuncia a su cargo debido a la represión a la marcha por el TIPNIS.