Revista Talentos

(Borrador)

Publicado el 22 marzo 2015 por Isabel Topham
¿Alguien es capaz de mirar hacia delante si su único deseo es volver hacia donde un día fue feliz? Puf. Claro que no. Qué idiota. Al fin y al cabo quién no mira al retrovisor cuando va conduciendo por seguridad, o la desconfianza que nos genera lo que desconocemos. Y, a veces, la incertidumbre es mejor de lo que creemos. Aunque sea a peor; pero siempre el cambio nos viene bien. Con esto no quiero justificar eso de "si fuiste feliz antes de conocerle, podrás ser feliz ahora que ya no lo tienes" en absoluto, cada persona te marca (en su medida) y te hace ser quien eres hoy; pero, cabe la posibilidad de que le eches tanto de menos como para no resistirte en compartir una ficción (un split-off de la realidad) con esa persona. Por qué negarnos a lo evidente y mentir por olvidar que alguien existe y, lo más probable, nos hace feliz; y, lo más triste, porque huir sin haberlo intentado una vez más. ¿No dicen que fallo tras fallo es como se acierta?
Llorar no sirve de nada, te vuelves impotente y vulnerable (más de lo que ya eres); te recuerdas a ti mismo en repetidas veces cuánto daño te has hecho; y, apagas aún más la luz incluso cuando sabes que ni ésta tiene luz para darte. Rompes el silencio con cada sollozo, agitando el pulso y acelerándote. Sigues recordando quién te falta y por qué no está aquí. Incluso, puede no haber muerto y, sin embargo, es fácil comprobar que ha dejado de respirar hace tiempo. Siempre me han dicho que "el amor está en el aire"; y pregunto: ¿Hay alguien que no respire?
Nunca me quise enamorar de nadie, y supongo que algo tuve que hacer mal para estarlo completamente de alguien. Pero, después de recapacitar un poco, ese fue mi fallo. No quererme enamorar. Cuánto más quieras, más tardas y, por inercia, cuánto menos quieras, antes te enamoras. Supongamos que, el amor y la amistad son el alcohol y el tabaco. El amor es el alcohol y la amistad el tabaco, siempre y en cualquier relación, lo último que queda son los hielos y el filtro último del cigarro. Y estos, a su vez, son los recuerdos y el tiempo que has compartido con ellos; mientras que el tiempo que tardas en consumir ambos es el propio presente. ¿No es mejor vivir el momento sin tener en cuenta cuánto le importaremos a alguien, o si tardamos menos de lo que esperamos tardar?
Qué me queda, además de la nada, si mi Todo es tuyo y tú no eres Nada mío. Qué importancia tiene la vida cuando ésta pierde todo su sentido. Mi vida sólo me pertenece a mí y debo ser quien ponga rumbo a ella. No quiero darle opciones al corazón en si tatuar o no, otro nombre. Un corazón que, por cierto, no tiene otra función que la de bombear sangre, mientras tu ausencia le haga compañía. Lo único que tengo claro es que el amor que sienta ahora, seguirá siendo amor mientras no sea capaz de tomar las riendas de mi propia vida. Te necesito porque te echo de menos, y te echo de menos porque… te quiero. Envidio al aire de no saber desprenderte de él o a la Luna que observas cada noche desde el balcón de tu casa por no poder ser como ella.
Por qué echarte de menos pudiendo echarte de más, para qué quererte si no estás en días cuando no tengo ni aliento, y sólo me queda la llamada del viejo viento en mi ventana como mi única distracción. Envidio al aire de no saber desprenderte de él o a la Luna que observas cada noche desde el balcón de tu casa por no poder ser como ella. No quiero vender mi aire por una sonrisa gris, y sólo sueño contigo aunque, cada mañana al despertar te conviertas en una de mis pesadillas favoritas. Por no estar, por vivir un sinfín de cosas y no ser real. Ahora sólo me queda la inspiración que me acompaña a solas, cuando estoy mal.
Eres mi vida, y no te tengo. Necesito buscarla para volver a estar con ella, sólo así cabe la posibilidad de encontrarme a mí.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Isabel Topham ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Sus últimos artículos

Dossier Paperblog

Revista