Un barco viejo, encallado en el Río San Lorenzo, rodeado de hermosas y bellas vistas, ese es hoy Bota Bota Spa, un oasis de tranquilidad en pleno Montreal, en el siempre encantador Canadá. Yo lo visité en pleno invierno y hay qué mencionar que los blancos paisajes de alrededor le daban un toque especial.
Entrar y callar, esa es la cuestión inicial, pues es un lugar a donde se va a descansar y meditar. Y vaya que el lugar se presta para eso y más, pues en un momento del día me perdí en la comodidad de su hamaca rara que se mecía sola y me olvidé del mundo por un rato.
Yo tomé el circuido húmedo, así que fue un entrar y salir de sauna, vapor, tina de agua helada, regaderazo y al final… un jacuzzi exterior de agua caliente mientras la temperatura ambiente no era más alta de 5 grados. Hubo que tomar valor para salir corriendo a cubierta en bikini y entrar de un golpe al agua caliente, pero créanme que eso fue más fácil que decidirse a salir de nuevo para regresar al interior del spa.
Pero lo que se percibe desde el jacuzzi, agua calientita, Montreal alrededor, nieve, frío, hielo… es de una paz inexplicable.
Bota Bota Spa tiene unos ventanales por todas partes, así que puedes estar en el sauna y desde ahí relajarte con las tranquilizadoras vistas de la ciudad, el ir y venir de poca gente te hace descansar en ese silencioso lugar en medio del agua.
Y si de la estructura del lugar hablamos, qué buena adaptación hicieron del barco viejo para lograr un spa con instalaciones de lujo, que no es muy grande, pero es completo. Incluso tienen una cafetería.