Bragas

Publicado el 20 febrero 2012 por Isladesanborondon


He comprendido al instante cómo habían llegado a mi bolsillo: había entrado en el cuarto de baño de Alex antes de marcharme -la taza de té ejerció una presión incómoda sobre mi vejiga- y ella debió aprovechar la oportunidad para meterme un par de bragas suyas en el abrigo, como una especie de postdata a nuestra conversación. Pero ¿qué trascendencia tenía este hecho?
Estaban usadas, pero recién lavadas; no he tenido que olerlas para cerciorarme, porque estaban inmacuLadas y la tela era suave y elástica al tacto. Al mirar dentro de la pretina he descubierto una etiqueta de Bloomingdale's descolorida, confirmación de que pertenecían a Alex: tampoco es que se me ocurriera ningún otro sospechoso de haberme gastado esta broma durante las últimas cuarenta y ocho horas. Se me ha pasado por la cabeza que fácilmente podría haberlas sacado en presencia de Fred. Si, por ejemplo, anoche me hubiera puesto el abrigo en vez de la gabardina cuando fuimos a un estreno en el Playhouse, podría haberlas sacado aquí en el recibidor, o en el foyer del teatro cuando estaba entregando el abrigo en el guardaropa, rodeado de espectadores curiosos y divertidos. "¿Qué demonios...?", me imaginé diciendo, al sacar las bragas dobladas del bolsillo interior y desdoblarlas, mirándolas boquiabierto mientras la gente se reía y se daban codazos unos a otros y Fred miraba atónita y después enfurecida."
(La vida en sordina.  Anagrama, 2010.)